Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Revictimizar

Por: Gabriela Aguilar

Revictimizar

Revictimizar

Finalmente se despejó la incógnita. Lamentablemente de la forma menos esperada. Luego de una semana en la que el presidente del Tribunal Electoral del Estado de Jalisco (TEEJ), Tomás Vargas Suárez, estuvo bajo el reflector por sus desafortunados comentarios sexistas en la sesión en vivo del pasado 19 de abril, las dudas se aclararon. Sin embargo, desde mi punto de vista, todo se puso más turbio.

El ciudadano presidente dio la cara públicamente la semana pasada para hablar sobre el episodio mencionado y no sólo eso, sino que también identificamos a la afectada por los comentarios de Vargas Suárez: Cristina Tello, secretaria relatora del TEEJ. El discurso del presidente del Tribunal era el esperado, apoyándose en la “descontextualización” de sus palabras. Ilustró además a los espectadores con el concepto de “cuentas” para quienes no tenían idea. Lo curioso es que todos los que vieron la transmisión en cuestión tuvieron la misma interpretación “descontextualizada” de sus declaraciones, y lo que nunca hubo en sus casi cinco minutos de intervención fue una disculpa hacia Cristina Tello. La intención de ese montaje nunca fue disculparse: fue aleccionar a los espectadores. El colmo del cinismo y el abuso de poder.

Lo que nadie esperaba es que en dicha intervención Tello saliera a la defensa del presidente del Tribunal y los otros implicados en aquella conversación editada posteriormente. Sí, como si ella no hubiera escuchado los comentarios, como si no identificara en ellos una burla y una connotación sexual de muy mal gusto. “(…) Jamás me sentí afectada, ni sabía del tema que traían en cuestiones periodísticas. Es lamentable que exista, pues no sé si llamarlos periodistas o no, porque eso me molesta, porque están dejándolos a ellos como si fueran lo peor”.

Cada quién hará su interpretación, de eso somos libres todos. En los poco más de cuatro minutos que interviene Cristina Tello se encierran una serie de incongruencias a todas luces: para empezar, se disculpa con el presidente del Tribunal por la situación -aunque la ofendida era ella-; siguió con la defensa contra los comentarios sexistas hacia su persona -indefendibles-; continuó con la crítica hacia los periodistas que hicieron eco de la transmisión -sin considerar siquiera que los comentarios no llegaron sólo del sector periodístico, sino de la sociedad en general- y para terminar la exhibición pública revictimizándola. Así. De ese tamaño. Y ella ni cuenta se dio. ¿En serio?

No imagino la negociación que hubo detrás de ese mensaje -teorías tenemos todos-. Se requirió una semana para preparar la respuesta pública que todos vimos e implicó que Cristina Tello estuviera presente para confirmar sus palabras.

Yo no daba crédito y creo que la mayoría de quienes vieron ese mensaje tampoco. Vargas Suárez tuvo que apoyarse en la víctima -que en realidad el público no tenía idea quién era hasta ese momento, aunque quizá al interior del Tribunal sí lo tenían claro- para limpiar su imagen. Error tras error.

El Tribunal o Vargas Suárez o ambos revictimizaron a Cristina. Y eso también es violencia. Si no creyó el presidente del Tribunal que sus comentarios del 19 de abril fueran violencia, obligar a la secretaria relatora del Tribunal a dar la cara públicamente sí lo fue, y más grave aún. Necesitan nuevos asesores.

¿Alguien cree de verdad que Cristina Tello, voluntariamente, decidió defender al presidente del Tribunal por sus comentarios antes que defenderse a sí misma? Puede ser que ella no considerara tan grave la situación, que pudiera ignorarla, que simplificara hasta la mínima expresión aquellas palabras como una simple crítica a su trabajo, pero jamás lo que se vio obligada a decir en público. ¿Alguna vez repararán el daño que le hicieron a Cristina?

Este es un claro ejemplo de cómo alguien que normaliza la violencia deja de identificarla, sin importar de quién viene o bajo qué formato. Quiero pensar que no es un síntoma al interior del Tribunal y que la violencia de género no se disfraza y ni se “descontextualiza”. De lo contrario se requeriría una investigación interna ya que, por lo visto, las denuncias no se practican en dicho organismo y podría haber más víctimas como Cristina que tampoco “se han dado cuenta”. Confío en que este no sea el último capítulo de la historia.

puntociego@mail.com
 

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