El pasado 9 de julio, el Arquitecto en Jefe de Monumentos Históricos del gobierno francés, Philippe Villeneuve, presentó ante el Presidente Macron y un grupo de expertos (eclesiásticos y funcionarios de la ciudad de París y el Ministerio de Cultura) su informe y sus recomendaciones para la restauración de la catedral. La reunión duró cuatro horas; el informe tiene cerca de tres mil páginas y fue aceptado prácticamente en su totalidad.En resumen: Notre Dame será restaurada tal como era.Para alivio de la gran mayoría de los interesados en el asunto, tanto en Francia como en el resto del mundo, se retomarán las pautas de construcción anteriores y se reconstruirá exactamente igual la flecha de Viollet-le-Duc.Philippe Villeneuve pertenece al cuerpo de elite (sí: hay países en donde tal cosa existe y es muy apreciada) que desde hace más de ciento veinte años se encarga del patrimonio edificado de Francia. Conoce Notre Dame de memoria, por arriba y por abajo, desde su infancia, cuando iba a sentarse en las bancas a oír durante horas a Pierre Cochereau, el legendario organista de la catedral. El año pasado, hablando con la periodista Agnès Poirier, Villeneuve le dijo cuál era la clave de su reflexión y sus pesquisas en torno a la restauración: “En los 850 años de la existencia de la catedral, cada uno de los arquitectos que la construyó o restauró lo hizo al servicio del monumento y no de sí mismo. Los primeros cuatro alarifes, en otras palabras los autores de la catedral, son anónimos. No sabemos quiénes fueron, y ellos mismos muy probablemente no creían ser más que constructores”.Le parecía que, ante todo, era de rigor mantener en todos los aspectos ese continuum histórico.Ahora se ha decidido ya oficialmente que la pieza mayor y más discutida del conjunto, la flecha de 96 metros, que protagonizó con su desplome en llamas la imagen más impactante del incendio, será restaurada siguiendo los meticulosos y espléndidos planos y dibujos dejados por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879), quien la construyó en 1859.¡Qué victoria para Viollet-le-Duc, que durante el siglo XX fue ninguneado y despreciado por la ortodoxia académica! Tras ser muy aplaudido en su época, entre la I Guerra Mundial y la década de 1980 se le relegó y despreció como un romántico medievalista autor de pastiches. Sólo en las últimas dos décadas del siglo, sobre todo a partir de una importante exposición acerca de su obra en el Grand Palais y a las nuevas investigaciones sobre el arte decimonónico, comenzó la reivindicación de Viollet-le-Duc, a quien por fin se le volvieron a reconocer la estatura y el prestigio que siempre mereció. Para el arquitecto Villeneuve, “el gran talento de Viollet-le-Duc reside en el hecho de que su trabajo es casi indistinguible del de los constructores medievales”. Además, tiene otros méritos: es la opción más barata y más rápida.Así que (laus Deo!) quedaron canceladas, gracias al conocimiento y al sentido común, las locas fantasías de muchos filisteos.