Si la disyuntiva en la pasada elección federal intermedia del 2021 era si se mantenía o se frenaba la aplanadora legislativa 4T, en los comicios en marcha 2023-2024 la incógnita es si se resucita o se ratifica el “no” a esa mayoría absoluta que lograron tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, Morena y sus aliados en la elección presidencial del 2018.Aunque pese a la importante ventaja que mantuvo Claudia Sheinbaum en las encuestas hasta el viernes pasado que arrancaron las campañas electorales (todas las publicadas con dos dígitos de diferencia), nadie puede afirmar que este arroz ya se coció, como quisiera y propala el oficialismo. Habrá que esperar la batalla que dé Xóchitl Gálvez, candidata opositora de la alianza PAN-PRI-PRD, y si no son fatales para su causa, los votos que cache Jorge Álvarez Máynez, candidato del partido Movimiento Ciudadano, que arranca en un lejano y marginal tercer lugar.Si bien Sheinbaum tuvo un imponente arranque de campaña con un lleno en el Zócalo, la candidata opositora tuvo en Fresnillo y León un arranque con un discurso mucho más libre y enfocado a cuestionar el gran talón de Aquiles del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, como es el de la crisis de la inseguridad y de la violencia en el país. La candidata morenista, en cambio, mostró que deberá cuidar una ruta discursiva que en ningún momento lesione lo hecho por AMLO.Pese a esa incertidumbre en la elección presidencial, la variable de la considerable ventaja con la que llega Sheinbaum ha hecho que los opositores a la 4T dentro y fuera de los partidos políticos, centren las baterías y esfuerzos, a convencer a las y los votantes de no otorgar, por ningún motivo, nuevamente la mayoría absoluta en las Cámaras a Morena y sus aliados, que significaría hacer realidad la aprobación en septiembre del paquete de 20 reformas que presentó el Presidente el pasado 5 de febrero, y que entre otras cosas pone en riesgo la autonomía del Instituto Nacional Electoral (INE) y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). En sentido contrario, desde el Gobierno federal, desde el púlpito presidencial (aunque en teoría la norma electoral se lo impida), y desde luego la candidata oficial y su equipo de campaña, insistirán en su narrativa de que para continuar “la cuarta transformación” y “la ayuda a los más pobres”, y terminar con la “corrupción judicial y la justicia sólo para los ricos”, Morena y sus aliados necesitan el voto a favor en la boleta presidencial y para diputados y senadores, para recuperar la aplanadora 4T que perdieron hace tres años. Así es que habrá que ver si la coalición llamada ahora Fuerza y Corazón por México, y hace tres años “Sí por México”, repite la hazaña y no permite que Morena y aliados prendan de nuevo la aplanadora legislativa, que los primeros tres años de AMLO revivió los más rancios tiempos priistas, en detrimento y degradación del debate y la vida parlamentaria, al ritmo y son que marcaba desde Palacio Nacional, cuando la tonada era no moverle ni una sola coma a sus iniciativas.