Lunes, 02 de Diciembre 2024

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Resucitar

Por: Armando González Escoto

Resucitar

Resucitar

La mañana del primer día de la semana algunos discípulos de Jesús acudieron al sepulcro donde su cuerpo había sido depositado, pero no lo hallaron, la piedra que lo cubría había sido removida y dejados por el piso, los lienzos de su mortaja. El Señor había resucitado.

En el contexto de los evangelios, resucitar es un fenómeno que se entiende en dos momentos, resucita en esta vida el que cambia un estilo de existencia deprimente por otro que le da una nueva y verdadera experiencia del vivir en apertura generosa hacia Dios, el universo, el mundo y la gente. El otro momento se ubica en la esperanza de poder triunfar sobre la muerte de manera que ésta no sea definitiva, sino solamente un paso hacia un nivel de existencia superior e inmortal.

En clara lógica ambos momentos están íntimamente relacionados. No vive quien vive sumergido en la amargura, el rencor, el deseo tenaz de venganza, aprisionado por recuerdos negativos, sometido a dependencias de todo tipo, como sería el afecto, el sexo, las drogas, el alcohol o cualquier otra cosa que prive al ser humano de su mayor legado, la libertad. No vive quien vive solamente para sí mismo, haciendo que todo en torno suyo se le someta, ni vive de verdad aquel que se aferra a sus bienes y es incapaz de compartirlos con los necesitados; quien no puede amar difícilmente puede decir que vive, más bien sobrevive y para lograrlo, se hunde más en su pantano sin siquiera darse cuenta.

Tampoco puede vivir quien buscando la vida acaba preso de una secta fanática que aprovechando su condición le hace más esclavo de lo que ya era.

Resucitar en el estilo de Jesús es recuperar una vista que ya no mira con prejuicios ni condena a nadie. Es volver a caminar pero ya sin ansiedades o temores. Es dejar de ser leproso sin llamar pecadores a los demás. Es enderezar un cuerpo encorvado con humildad, no con la soberbia de los que se creen buenos y perfectos. Es de nuevo ser creativo para servir, no para ostentar. Resucitar supone entonces una profunda transformación de la persona, de su manera de pensar, de mirar la realidad, de tratar a Dios y a sus creaturas, es un cambio en la manera misma de sentir, donde las emociones ni se desbocan ni se reprimen. La resurrección de algún modo vuelve a las personas invulnerables ante los muchos venenos de esta vida, ya no se ofenden, ya no toman en serio los agravios, ya no conservan los insultos ni mucho menos los prodigan, pero saben defenderse cuando es el momento correcto y lo hacen de la mejor manera. La experiencia de resucitar en esta misma vida es la causa que produce libertad interior, paz y felicidad, por eso quienes la viven acaban considerando basura todo lo demás.

La resurrección futura puede desde luego explicarse con los argumentos filosóficos y teológicos más sesudos, complejos y profundos, no obstante la explicación más sencilla y lógica nace de la existencia y del amor de Dios, si Él existe, ama, y si ama, no puede dejar que la muerte destruya al ser amado.

armando.gon@univa.mx
 

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