Miércoles, 27 de Noviembre 2024

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Respighi para el cerrojazo

Por: Jaime García Elías

Respighi para el cerrojazo

Respighi para el cerrojazo

Al final -valga reiterarlo- quedó la sensación de que, si se trataba de celebrar el 225 Aniversario del natalicio de Schubert, sus sinfonías Cuarta (“Trágica”), Octava (“Inconclusa”) y Novena (“La Grande”) fueron las grandes ausencias en los programas de la Primera Temporada 2022 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ). Quedan pendientes, pues.

Para el séptimo y postrer concierto de la serie, el platillo fuerte de la velada fue la suite para pequeña orquesta “Los Pájaros” (caballo de batalla donde los haya), de Respighi. En la velada del pasado jueves en el Teatro Degollado, la concurrencia -media entrada- salió tarareando la hermosa melodía de Bernardo Pasquini que Respighi tomó prestada para abrir y cerrar una partitura de carácter programático, descriptivo, formada por piezas de los siglos XVII y XVIII, con sonidos que tratan de imitar el canto de algunas aves.

Rodrigo Sierra Moncayo, actual director artístico de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan, como director huésped, sumó su oficio a la calidad y disciplina de la OFJ para conseguir una lectura irreprochable en tempo, fraseo, equilibrio de secciones y dosificación de dinámicas.

El programa comenzó con las doce miniaturas musicales que integran “La Fábula de Orfeo”, de Monteverdi, con arreglos de Charles Daniels para instrumentos contemporáneos. Las melodías, algunas vigorosas, otras líricas, entre las que destacan alternativamente cuerdas (violas, contrabajo y arpa principalmente), alientos metales y violín concertino (a cargo de Angélica Olivo), evocan las veladas de las cortes europeas de siglos pretéritos.

De su “Música para Charlar”, concebida inicialmente como poema sinfónico y utilizado como pista musical para un documental sobre la construcción del ferrocarril de Baja California, Silvestre Revueltas dijo también que era “música para no pensar”. Apacible, armoniosa y melódica, su partitura es una amable yuxtaposición de motivos interesantes, que nada tiene que ver con la insustancial y no en vano llamada “música de elevador” o “de supermercado”.

“La Hija de Cólquide”, de Carlos Chávez, estrenada en 1946, es una sucesión de temas inconexos. Generosa en estridencias y disonancias y melodías tipo bolero, inicialmente fue música de ballet solicitada por la bailarina y coreógrafa Martha Graham. Fue premiada con una cálida ovación para el ensamble en pleno y los alientos encargados de los solos.

El programa, como de costumbre, se repite este domingo, en la misma sala, a partir de las 12:30 horas.

jagelias@gmail.com

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