Ni las propias autoridades municipales del Ayuntamiento zapopano, que encabeza Pablo Lemus, atinan qué hacer ante la demanda de los representantes de mil 200 familias que habitan en el fraccionamiento Las Cañadas, ante el embate de una inmobiliaria sin escrúpulos que pretende construir cientos de casas y departamentos en un terreno destinado precisamente a fungir como reserva forestal. Amparados en los desacuerdos existentes entre un juez local que le da la razón a los actuales residentes, y otro del ámbito federal que obsequió un amparo a quienes se han dedicado a deforestar para su beneficio y peculio, en el Ayuntamiento se dicen impedidos de poder actuar.El colmo del cinismo de los constructores es que están comercializando los terrenos y construcciones del lugar, bajo la razón social de “La Reserva de Las Cañadas”, lo que sin necesidad de muchos conocimientos y/o conciencia social, implicaría que saben perfectamente que sus construcciones están fuera de lugar.No son pocas las empresas que vienen de otras latitudes, que llegan a avecindarse a Guadalajara, atraídas por el “olor del dinero”, para luego dedicarse a comprar múltiples terrenos, deforestar y sin el menor escrúpulo construir, de la noche a la mañana, casas y departamentos sin respetar leyes, ordenamientos o planes parciales.Es así como pese a los recurrentes incendios provocados, la deforestación clandestina e incluso la motivada por razones del “progreso”, han arrojado -entre otros resultados- que la Zona Metropolitana de Guadalajara se encuentre convertida hoy en día en una de las regiones inmobiliarias más cara del país, lo que sin duda alguna ha estimulado a personas, grupos, empresas, gobiernos y servidores públicos a corromperse hasta el grado de no darse cuenta de todo el daño que le causan a la comunidad, incluyendo a ellos y sus propias familias. APUNTELa corrupción es uno de los cánceres más difíciles de poder eliminar -yo diría imposible de erradicar-. En ese contexto, habría que establecer que son bienvenidas las empresas inmobiliarias que cumplen con todos los preceptos de ley, pues se entiende que además de lucrar con un negocio lícito, contribuyen al desarrollo de la comunidad y su entorno geográfico y poblacional, no obstante, los corruptos, influyentes y voraces, deben de buscar otro lugar en donde sí los dejen aprovecharse de la pasividad de sus habitantes.Y si como luego se acostumbra decir que “la unión hace la fuerza”, y existen mil 200 familias en el fraccionamiento Las Cañadas, es importante que todos los residentes se manifiesten en contra del abuso que se está efectuando con la reserva forestal del mismo, pues aunque se entiende que algunos de los vecinos sean amigos o conocidos de esos nefastos depredadores inmobiliarios, vale la pena recordar que: “Tanto peca, el que mata la vaca, como el que le ata la pata”.