“Y cuando Dante despertó… Samuel García y Álvarez Máynez todavía estaban allí”. No pretendo corromper el microrrelato “El Dinosaurio” de Augusto Monterroso, pero quiero pensar que todo lo que sucede entre el aspirante a la Presidencia del partido Movimiento Ciudadano y su círculo político inmediato es una microficción, una miniserie mal escrita y mal dirigida, y que en cualquier momento llegará la cordura, porque no es posible que aceptemos una autodenominada “nueva política” que opera desde un palco, desde una terraza y desde las redes sociales sin involucrarse siquiera en los problemas el país.Las personas embriagadas de poder, popularidad o alcohol tienen más o menos las mismas características: creen que tienen derecho a hacer lo que quieran sin pensar en las consecuencias. Cuando el alcohol entra en el organismo puede provocar desinhibición, incluso euforia; sin embargo, al sintetizarse y aparecer el acetaldehído, el principal causante de la resaca, con todos sus síntomas, aparecen las consecuencias. Lo mismo sucede con las malas decisiones que se toman en el momento equivocado. Eso, o estamos ante un grave caso de egocentrismo que evidencia un problema aún más grave: falta de control al interior del partido naranja.Como ciudadana, no penalizo el tiempo libre al que todos tenemos derecho ni la libertad a expresarse en cualquier plataforma, pero no acepto ver que quienes pretenden dirigir el destino del país se expongan de la manera en que Samuel García y Álvarez Máynez lo hicieron la semana pasada desde el palco donde disfrutaban un partido de futbol, burlándose incluso de las instituciones del país -ya no hablemos de exponer las diferencias con otros actores políticos-.¿Esos personajes son los que van a representarnos? ¿Acaso es un intento de campaña negativa para su mismo partido? No puedo imaginar otra cosa. Sabemos de sobra los descalabros por los que ha pasado Movimiento Ciudadano en su intento de tener un representante de cara a la elección del 2 de junio; sabemos también que sus figuras más virales operan bajo la lógica de la “nueva política” y bajo las reglas neoleonesas, donde “nueva política” significa privilegios y lejos de la problemática del ciudadano.Lo que sí queda claro es que ni García ni Álvarez Máynez están dispuestos a detenerse en su muy particular campaña, y por lo visto el dirigente nacional del partido no tiene intención de poner un alto, quizá se hizo humo luego de la designación de su hijo Dante Delgado Morales como aspirante a senador por Veracruz, otro junior abanderando la “nueva política”.Entre viejos y nuevos políticos estamos frente a una mascarada en la que lo único que se evidencia es una distracción de lo que significa contender por la banda presidencial. Volverse virales y dar de qué hablar no es suficiente para probar el valor personal y político frente al electorado. No se trata de ver quién hace la declaración más contundente en redes sociales; no se pueden -aún en precampañas- burlar de las instituciones de este país a costa de una multa; no se puede -ebrios de alcohol o de ego- decir lo que sea de quien sea sin una consecuencia. La dupla García-Máynez ¿no tendrá una forma propositiva de captar la atención y mostrar una línea política? Necesitan cambiar a sus asesores por algo menos “nuevo”, porque un mismo recurso después de repetirlo tres veces cansa. ¿O será que al final esta representación no es otra cosa que un distractor en el que MC tiene claro que el objetivo no es aspirar a la presidencia sino dividir al electorado de la oposición mientras gestiona diputaciones y senadurías?Como quiera que sea, con líder o sin él, la miniserie “García-Máynez” es una historia mal escrita y mal dirigida a la que todavía -lamentablemente- le quedan varios episodios por descubrir; de las actuaciones mejor ni hablamos, ésas que las juzguen los electores el 2 de junio.