Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Reporte costumbrista

Por: Augusto Chacón

Reporte costumbrista

Reporte costumbrista

Las obras de arte que se quedan en el imaginario son puentes: mediante ellas podemos ir de un tiempo a otro, son siempre referencia, ayudan a entender y entendernos. De 1979, la película “La vida de Brian”, del grupo inglés Monty Python, revive una escena que cuarenta años después es una analogía fresca; viene a cuento ahora que el Presidente López Obrador decidió, y puso boca a la obra, enfrentarse a Estados Unidos; también ahora que los gobernantes perdieron identidad: tienen el poder, el erario y se claman ciudadanos como el resto para ejercitar lo que llaman su libertad de expresión, actitud con la que conculcan la que debería ser plena para los demás, amenazada por su versión simplista, acomodaticia, de las restricciones que como autoridades tienen.

La acción de la cinta sucede en el Medio Oriente de la época de Jesús de Nazareth. Uno de los temas que parodia es la liberación de Palestina. Atendemos la conspiración secreta de una de las células entregadas a ese revolucionario fin. El líder, Reg, congrega a sus camaradas en una trastienda semioscura; visten de negro, usan la kufiya y con ella la mayoría además se cubre el rostro, son unos cuantos. Reg arenga: “[Los romanos] nos desangraron, malditos, nos han robado todo lo que teníamos y no sólo a nosotros, a nuestros padres y a los padres de nuestros padres. ¿Y qué nos han dado a cambio?” Uno desliza, “¿el acueducto?” “¿Qué?”, pregunta Reg. “El acueducto”. “Ah, sí, nos dieron el acueducto”. Otro añade: “el saneamiento”. “Eso, el saneamiento, Reg -se dirige al jefe uno de sus más allegados- recuerda lo que esta ciudad solía ser”. “Está bien,“ se resigna el cabecilla, “concedo: el acueducto y el saneamiento, dos cosas que los romanos han hecho”. Otro más interviene: “las carreteras”. “Bueno”, repone Reg, “obviamente las carreteras, valen sin discusión, ¿no? Pero aparte del saneamiento, el acueducto y las carreteras…”. Los tres lo interrumpen, sucesivamente: “riego, medicina, educación” (al mencionarla, todos asienten). “De acuerdo”, consiente el democrático caudillo, “está bien… pero se entromete otra voz: el vino” (se miran entre sí y murmuran, emocionados), uno de sus más cercanos acota, sentencioso: “sí, Reg, es algo que en verdad extrañaríamos si los romanos se fueran”. Un beneficio extra surge súbitamente de entre el grupo: “los baños públicos”, otro agrega: “y que en las noches es seguro caminar por las calles,“ a lo que el mismo que refrendó la importancia del vino anota: “de acuerdo, sin duda, ellos mantienen el orden, son los únicos que podrían en un lugar como este”  (la banda ríe, socarronamente). Está bien -condesciende Reg- pero aparte de saneamiento, medicina, educación, vino, orden público, riego, carreteras, el sistema de agua y salud pública, ¿qué han hecho los romanos por nosotros? Una aventura: trajeron la paz… Fastidiado, Reg revira: ah, la paz ¡cállate! En eso, golpes en la puerta, parece que los cacharon. La película sigue.

Podríamos adherirnos a estos parlamentos, a partir de las palabras del Presidente: “debemos hacer patente que somos un país libre, independiente y soberano, que no somos colonia ni protectorado de ningún Gobierno extranjero”. La alusión, claro, es para Estados Unidos, y entonces: ¿en este sexenio qué nos han dado para que nos traten como territorio conquistado? Y recitan los subyugados por el Presidente: la memoria bendita de Lincoln y Roosevelt; al “amigo” Donald Trump; la liberación del General Cienfuegos; empleo de expatriados mexicanos allá, que mandan remesas acá para orgullo de la investidura; permiso para que Pemex refine petróleo en Texas; inversión; el juicio y la sentencia de García Luna… de acuerdo, podría otorgar López Obrador, pero además de eso, ¿qué? México 2022. Reporte de Derechos Humanos. Ah, derechos humanos, ¡cállate!

No existe un texto que merezca ser tomado acríticamente, es decir, sin sopesar al autor, su circunstancia, sus intereses, su orientación estética, económica o política, y el momento en que es publicado. En el caso del Reporte, lo responsable es ponderar lo anterior y confrontar la mirada que echan los vecinos del norte al estatus de los derechos humanos en el país, con la realidad que tenemos al alcance. 

Tomemos de la “Sección 2. Respeto de las libertades civiles”, el apartado que corresponde a libertad de expresión: “Los medios independientes estuvieron activos y expresaron una amplia variedad de puntos de vista sin restricciones, pero a menudo se autocensuraron por temor a represalias de funcionarios gubernamentales y organizaciones criminales transnacionales”. 

Los periodistas podían criticar al Gobierno y discutir asuntos de interés general sin restricciones; pero ciertos políticos, incluido el Presidente López Obrador, los desacreditaron y criticaron públicamente para presentarlos como parciales, partidistas y corruptos”. La cita condice con la experiencia, no sólo de periodistas sino de cualquiera que haya escuchado al Presidente y a no pocos gobernantes estatales que, con sus dichos y aspavientos pseudo jurídicos, pseudo morales, parecen sugerir: sin la libertad de expresión, mi gestión sería perfecta. La presión sobre muchos medios, sus dueños y directivos (la visible y la soterrada), además de sobre las y los periodistas, es cotidiana, vulgar por descarada y germen de otras violencias.

Sigue el documento de los romanos, perdón, del Departamento de Estado: “Hubo informes de periodistas que practicaron la autocensura debido a amenazas de grupos criminales y funcionarios del Gobierno. Grupos de defensa de la libertad de expresión denunciaron que el Gobierno, a pesar de las reducciones en sus presupuestos de publicidad, continuó teniendo un fuerte impacto financiero e influencia en las más grandes empresas de medios. Según estos grupos de defensa, no se disponía de información sobre los criterios a través de los cuales el Gobierno elige los medios de comunicación para la publicidad pública”. O sea, el inmarcesible uso patrimonialista del presupuesto público.

Pero, además de las negras anécdotas sexenales que acumula la labor periodística, molestas, también peligrosas, ¿qué nos ha dado la alternancia de partidos en el poder? La inmutabilidad del modo de gobernar que es, generación tras generación, interpersonal.

agustino20@gmail.com

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