Créanme que al escribir el título de esta colaboración, estuve tentado a llamarla “Revisiones histéricas” pero, en fin, cada quien sus gustos y lo adecuado es entrarle a la diversión con los elementos que uno considere necesarios. Así, quitaron la estatua de Colón del Paseo de la Reforma y, por supuesto, pusieron o propusieron poner la cabeza de una indígena, para perfeccionar nuestro surrealismo, ya que si Colón no tuvo nada que ver con Paseo de la Reforma, pues es muy probable que la indígena que ocupará su lugar tampoco tenga nada que ver, porque hasta donde entiendo es de Veracruz.Pero ya puestos a platicar sobre el tema, me entra la preocupación de que vayan a querer quitar el Ángel de la independencia -que, por cierto, dicen que no es ángel sino Ángela-porque quien lo puso fue Porfirio Díaz, con quien el actual gobierno no está muy de acuerdo. Y dentro de eso, recordé que tengo un libro -que debo buscar-, en el cual se narra la historia militar de nuestro país de 1300 a la fecha. Sin que el suscrito se haya dado cuenta de cuáles son las fuentes de información que tuvo el autor, tratándose de la historia de 1300 a 1500, por lo que seguiré buscándolo porque va a ser una valiosísima fuente de reinterpretación.Pero si siguen con las búsquedas, llegarán a descubrir que ni todos eran los criminales que nos pintan, como tampoco lo fueron los que ahora santifican. Ahí vamos, en pelotera, todos, que no somos tan buenos como deberíamos ni tan malos como nos califican los adversarios. Pero sea como sea, el Ángel se ve bonito donde está, sin importar quién demonios lo haya puesto. Y no está mal que descubran que existieron otros tipos que hicieron cosas valiosas, está bueno conocerlos porque a final de cuentas todos somos una historia que se va revolviendo, en la que ni todos son tan patriotas como los que asisten a los partidos de la selección mexicana, como los que desfilan.Ahora que, la reinterpretación puede ser divertida si tomamos en cuenta que no necesariamente acudimos para hacerla a fundamentos históricos, sino temperamentales y dependiendo nuestra historia, en gran parte a lo que nos va pegando la gana sin que haya una base necesariamente cierta para hacerlo. Y, por otra parte, lo peor que puede pasarnos si decimos cosas infundadas, es que no nos crean, digo, si somos ciudadanos de a pie, pero si usted tiene una pareja bien colocada políticamente, pues tendrá más credibilidad que los que no la tenemos.Además, tendremos que reconocer que nuestro país es muy grande y tiene muchísimas historias, particulares de ciertas zonas, por lo que, por ejemplo, nuestra historia es muy diversa a la que se cuenta en la gran chilangostlán, en que diferentes personajes se hacían singulares y, por tanto, ambas historias son verdaderas, pero se está platicando de diferentes cosas.@enrigue_zuloaga