La Ley del Impuesto al Valor Agregado (IVA) entró en vigor en 1980, en sustitución del Impuesto sobre Ingresos Mercantiles. Durante todo el año de 1979 se hizo campaña de difusión para darla a conocer. La exposición de motivos argumentaba que esa ley simplificaría la administración del impuesto y facilitaría su cumplimiento, que era más equitativo porque sólo incidía sobre el consumidor final, en tanto que la del Impuesto sobre Ingresos Mercantiles gravaba cada etapa del ciclo económico, la producción, la distribución y el consumo de bienes y servicios; que al aplicarse en forma progresiva daba una tasa acumulada de 13.984%, por lo tanto al aplicar una tasa de sólo 10%, acreditable, se estaba reduciendo la carga tributaria.A quienes criticamos esa ley el tiempo nos dio la razón, sobre todo por la implementación de más tasas: Tasa Cero, la de 10% y de 20% para artículos suntuarios, amén de que después se aumentó la tasa al 15% y finalmente ahora la soportamos al 16% con riesgo inminente de que la suban; lo cual hizo más compleja e inequitativa la Ley del IVA. Ahora trata el SAT de enmendar la plana primero eliminando la compensación universal que permitía compensar los saldos a favor del ISR y IEPS con los saldos a cargo del IVA, y segundo, negando sistemáticamente las devoluciones de IVA por lo que se tiene que acudir al Tribunal Federal de Justicia Administrativa para conseguir las devoluciones del saldo a favor.Cuando el Fisco aprieta, la respuesta de los contribuyentes es buscar la manera de zafarse, así es como se originaron las facturas con operaciones simuladas (EFOS).Por otra parte, está demostrado científicamente por medio de la “Curva de Laffer” que a mayores tasas, menor recaudación. Los subsidios no llegan a quienes tienen que beneficiar y los artículos de consumo con Tasa Cero y Exentos sólo complican la aplicación y vigilancia de la ley sin conseguir el objetivo de distribuir equitativamente la riqueza porque afectan más al pobre que al rico, toda vez que el pobre gasta una mayor proporción de sus ingresos y eso convierte al IVA en regresivo.Con la amenaza de la pandemia del Coronavirus, toda la población ha reaccionado solidariamente, excepto el SAT que se resiste a implantar un plan de estímulos fiscales. Ahora tiene la justificación y la oportunidad de hacerlo sin quedar mal con su política rigorista, reduciendo la tasa al 10% y gravando alimentos y medicinas; se beneficia a la población vulnerable porque las medicinas se las puede proporcionar gratuitamente y solo pagarían el impuesto los ricos. Se obtendría una mayor recaudación porque es más fácil vigilar el cumplimiento al no verse interrumpida la cadena de traslación y acreditamiento así mismo, es menos apetecible evadirlo para el que vende directamente al consumidor final. Esta medida tendría que complementarse con una reestructuración de toda la ley del IVA, al mismo tiempo que debe hacerse llegar a los pobres los servicios médicos gratuitos y el subsidio a la canasta básica.Con esta medida el gobierno quedaría bien con la población reduciendo las tasas de los impuestos, simplificándolos y quitando sus defectos. Debe diseñarse un sistema simple que incentive y fomente la inversión y el empleo.