El Estado mexicano ha caminado, en sus momentos de peores crisis, con el apoyo y sustento del Ejército y de la Marina. Podría utilizarse la imagen, relativa a que en los momentos de mayor azoro y emergencia, han fungido siempre como las “muletas” gracias a la cual el andar institucional del país se ha mantenido.Desde esta perspectiva, la acusación que pesa sobre el General Salvador Cienfuegos Zepeda, extitular se la Secretaría de la Defensa Nacional, debe asumirse como el mayor desafío político-institucional del país, pues el nivel de señalamiento, hecho por una corporación de investigación criminal extranjera, implica tanto un escándalo y un motivo de vergüenza pública nacional, como un desafío a la fortaleza de la que sigue siendo una de las instituciones-pilares del Estado mexicano.Durante la presente administración se han encargado un sinfín de actividades adicionales a las que ya venían realizando las fuerzas armadas: la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, la edificación y equipamiento de los llamados “bancos del Bienestar”, hasta limpiar de sargazo las playas mexicanas y construir y operar hospitales durante la pandemia.En medio de esto que algunas expertas y expertos llaman la “desnaturalización” de las actividades y misión fundamental del Ejército, la acusación que pesa sobre el General Cienfuegos alcanza a toda la estructura del Ejército, pues no hay un solo oficial o miembro de la tropa que no haya estado bajo su mandato.No debe olvidarse que, si algo se mantiene en el Ejército y la Marina Armada de México, son estructuras verticales, sustentadas en estrictos procesos de ascenso y condecoración; siempre sujetas a la vocación y acreditada capacidad de servicio. Ahí, los conceptos de Patria, Disciplina y Honor mantienen códigos de significación que, más allá del mandato legal, siguen dando sentido de unidad y hermandad entre la tropa; y de orgullo y valor patriótico en todo el cuerpo castrense.Visto así, la acusación al General Cienfuegos constituye un duro golpe que perturba el orden interno de las Fuerzas Armadas. Y por ello constituye un duro golpe a uno de los valores fundamentales de la disciplina militar: la integridad y la inquebrantable moral asociada a las insignias que se portan.Este hecho le impone al actual General Secretario, Luis Cresencio Sandoval González mantener la disciplina y la moral de los jefes, de los oficiales y de la tropa; fortalecer las capacidades de inteligencia que permitan reforzar el blindaje del Ejército ante el poder corruptor del crimen organizado; y reforzar los valores y la fuerza ética que han mantenido en pie históricamente a las fuerzas armadas.Lo anterior, debe insistirse, ante la posibilidad de que este golpe podría tener también un efecto desmoralizador en el Ejército, pues quienes tenemos el privilegio de formar parte de familias de militares, sabemos lo que significa el código de honor, gallardía, integridad y lealtad que rige a las fuerzas armadas, y que se rige por códigos de la más alta moral pública.Si se acredita que un ex Secretario de Seguridad Pública Federal, y un Ex Secretario de la Defensa Nacional protegieron a bandas del crimen organizado, la responsabilidad del Ejecutivo en este momento es la de, otra vez hay que decirlo, convocar a la unidad y a la reconciliación nacional; porque revisar el pasado sólo tiene sentido reconociendo que lo que se encuentra hipotecado es el presente.Ante este duro golpe, el Presidente tiene la responsabilidad de no trivializar la discusión; lo que está en juego es el ahora y la posibilidad de hacer frente, o no, a una emergencia económica y sanitaria que se dan en un territorio marcado por la violencia homicida, y la prevalencia de la impunidad y la criminalidad.La realidad se impone; y hoy coloca al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, ente la urgencia de regresar al Ejército a sus tareas sustantivas de protección y defensa de la Soberanía del Estado así como al auxilio de población afectada por desastres; y por el otro lado, consolidar instituciones civiles de seguridad pública y persecución del delito. Sólo así se podrá proteger y defender al Ejército y evitar que, con él, el país vaya a la deriva.