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Recesión o recuperación: los consumidores tienen la moneda en el aire

Por: Luis Miguel González

Recesión o recuperación: los consumidores tienen la moneda en el aire

Recesión o recuperación: los consumidores tienen la moneda en el aire

El consumidor mexicano está preocupado por la inflación y la situación económica, pero no ha bajado su consumo y está recuperando las ganas de pedir prestado. Los datos de ventas de mayo nos entregan una fotografía que es todo un reto para interpretar: crecen las ventas de ropa, calzado y bisutería, pero caen las de abarrotes, alimentos y bebidas. Con estas señales contradictorias que emiten los hogares mexicanos, los expertos tienen derecho a preguntarse: ¿estamos locos o super lúcidos? ¿Vamos con rumbo a la recuperación o nos enfilamos hacia una recesión?

Entender a los consumidores y observar su comportamiento resulta fundamental para anticipar lo que pasará en la economía y los negocios. El consumo privado representa dos tercios del Producto Interno Bruto. Si solo consideramos los fríos números de las cuentas nacionales, podemos decir que la aportación de los consumidores a la economía es tres o cuatro veces más grande que la inversión privada y más de 20 veces mayor que la inversión del Gobierno.

El barómetro más importante del estado de ánimo de este actor económico tan relevante es la encuesta de confianza de los consumidores, del INEGI. En el tablero de control de este instrumento se han encendido señales de alerta, porque el índice de confianza del consumidor lleva tres meses consecutivos a la baja. En julio tuvo una reducción de 1.7 puntos y se encuentra en un nivel de 41.3. Para ponerlo en perspectiva, estaba en 44.2 en mayo. El nivel más bajo registrado en la última década fue en mayo de 2020, cuando tocó un piso de 31.2. Esa es la fotografía de un momento en el que comenzaba la pandemia del COVID-19 y la economía operaba en condiciones de restricciones muy severas.

El índice de confianza de los consumidores se construye a partir de las respuestas que ofrecen los encuestados en una muestra de 2,336 viviendas urbanas, en 32 ciudades. En dos preguntas se registra con mas fuerza la pérdida de confianza de los consumidores, ¿cómo cree que se comporten los precios en el país los próximos 12 meses? Y la situación económica personal esperada dentro de 12 meses. La tercer pregunta donde hay un “bajón” significativo en el ánimo tiene que ver con lo que piensan los consumidores que será la situación del empleo en los próximos 12 meses.

Está claro que están nerviosos por las perspectivas económicas y preocupados por la inflación, lo paradójico es que esto no se nota en las ventas de los establecimientos comerciales. En la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), las cifras de junio registran un incremento de 9% en las ventas, respecto al mismo mes del 2021. La encuesta de ventas a las empresas comerciales que hace el INEGI también trae números positivos. Registra un crecimiento sostenido desde mayo de 2020 hasta mayo de 2022.

La “fotografía” más reciente del comercio corresponde al quinto mes del año en curso. El crecimiento promedio es 5.2%, con variaciones muy significativas en ese promedio. En Campeche hay una caída de 10.7% y en Sinaloa un crecimiento de 25 por ciento. Todo en comparación con mayo del 2021. Las ventas de productos textiles, bisutería, accesorios de vestir y calzado subieron 11.9%, mientras que las ventas de abarrotes, alimentos, bebida y tabaco cayeron 4.5%, respecto a mayo de 2021. El segundo rubro que más creció incluye artículos para el esparcimiento, subió 9.2%, en contrapartida, el segundo renglón que más cayó es el de artículos para el cuidado de la salud, que registró un decrecimiento de 1.5 por ciento.

Los datos que ofrecen las ventas por tipos de artículos no parecen ser muy lógicos, pero el comportamiento económico no tiene por qué ser el paradigma de la racionalidad. En un contexto de inflación y enfriamiento del mercado laboral, los consumidores están abriendo la cartera para mejorar su guardarropa y se dan el gusto de reactivar su gasto en esparcimiento. En teoría, los gastos en lo básico son irreductibles, pero vemos una reducción en las ventas de abarrotes, bebidas y tabaco. Para entender y explicar estas paradojas, ¿necesitamos psicólogos, novelistas u otro tipo de economistas?

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

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