El supuesto retiro monástico del Presidente Andrés Manuel López Obrador tras finalizar su sexenio es lo mejor y lo peor que le puede pasar a Morena (y de rebote a nosotros, las criaturas). ¿Andrés Manuel se jubila realmente de la política? Una parte de mí cree que sí, pero la otra, más escéptica, me recuerda qué difícil es frenar de golpe y sin consecuencias un tren que viaja a toda velocidad. El Presidente ha dicho que cerrará sus redes sociales, no aceptará cargos ni dará conferencias y rechazará cualquier visita sobre política en su quinta “La Chingada” en Palenque, Chiapas. Detrás deja una impronta insuperable: la Presidenta más votada de la historia reciente, 24 gubernaturas, mayoría absoluta en ambas cámaras y en 27 congresos estatales. Además de una base de 3.3 millones de militantes morenistas -incluidos sus aliados- frente a los 1.6 millones que suman el PRI y el PAN. Pero además, a una semana de abandonar el cargo, 7 de cada 10 mexicanos le creen al Presidente mientras que los tres restantes lo detestan y lo llaman dictador y populista. Finalmente López Obrador nos hereda una reforma judicial que reconfigura por completo el sistema político mexicano y cuyo puerto de llegada aún desconocemos. Si en verdad se retira AMLO, ¿cómo gestionarán los morenistas un poder hegemónico sin precedentes? ¿Hasta qué punto Sheinbaum podrá sujetar firmemente todas las correas de una tribu ávida?Una referencia moral y doctrinaria del Movimiento de Regeneración Nacional fue la mañanera (tampoco cosa menor). También para eso sirvió ese espacio en YouTube, además de réplica del poder político ante el poder mediático. El Presidente adoctrinó durante seis años a sus fieles. El morenismo aprendió allí los valores, los antivalores y la superioridad de la razón moral, un filo peligroso. Si López Obrador permanece como una influencia oculta (“ese es el Presidente, pero el que manda vive enfrente”), le dará la razón a sus opositores al sucumbir a la tentación del maximato. En todo caso, AMLO tendrá que decidir entre los saraguatos, ocelotes y guacamayas en su quinta, y la fauna que deja regada en todo el país. jonathan.lomeli@informador.com.mx