Domingo, 07 de Julio 2024

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¿Qué le queda a la oposición?

Por: Ismael del Toro

¿Qué le queda a la oposición?

¿Qué le queda a la oposición?

Después de los resultados de las elecciones del domingo pasado, es indiscutible que Morena se ha consolidado como la fuerza política dominante en México así, a través de las urnas, se ha gestado una hegemonía que demanda atención y un análisis detallado para entenderla. Un primer acercamiento nos lo pueden dar los resultados del exit poll realizado por Alejandro Moreno, jefe de encuestas de El Financiero, sobre las percepciones del electorado hacia los candidatos y sus propuestas.

El 96% de los encuestados señaló que Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, era la indicada para continuar con la autodenominada transformación del país. Este dato es revelador, pues muestra que, a pesar de ser el partido en el poder y el desgaste que suele conllevar, Morena sigue siendo percibido como el agente capaz de producir el cambio en México.

La pregunta que surge ahora es: ¿por qué Xóchitl no logró representar de forma significativa desde la oposición una alternativa de cambio para la mayoría del electorado? Para acercarnos a una posible respuesta se podría recordar que antes de la aparición de la candidata como posible jugadora en el tablero electoral de este año, en el panorama político nacional, los partidos que configuraron la alianza “Fuerza y Corazón por México”, carecían de rumbo, estaban fuera de la narrativa nacional y arrastraban la reputación deteriorada de sus liderazgos. La candidatura de Xóchitl Gálvez surge así, no como una decisión y un plan estratégico para configurar una alternativa opositora a la presidencia, sino más bien como una acción coyuntural, que saltó a la vista tras la primera confrontación de la candidata con AMLO y que les abría la oportunidad para retomar protagonismo en la agenda pública, una función de la oposición que dejaron en el olvido durante seis años.

El tiempo importa y mucho. Con este contexto y tras decidirse por Xóchitl como candidata, la oposición tuvo solo ocho meses para transformarla en una candidata presidencial, ocho meses para configurar una estructura militante común que le haría frente a la 4T el 2 de Julio, para explicarle al electorado, cómo es que PRI, PAN y PRD históricos adversarios en nuestro escenario político, podían apostar por el mismo barco. 

La falta de tiempo afectó asimismo el diseño de la estrategia y la propuesta electoral. El proyecto que sustentó la candidatura de Gálvez se centró en el anti obradorismo y no logró comunicar un plan de nación o políticas públicas claras que delinearan un rumbo claro para el país, más allá del objetivo de desplazar a Morena del poder. La estrategia se redujo a un objetivo: sacar a Andrés Manuel López Obrador y a la 4T de la presidencia. Mientras Morena consolidaba en la campaña el discurso de continuidad de la transformación, la oposición se dedicó a cuestionar al presidente y se olvidó de ofrecer una alternativa de nación atractiva para todos, opositores, indecisos e incluso simpatizantes de la 4T. Se olvidaron de hablarle a todo el electorado y no solo a sus seguidores.

Las contradicciones internas persiguieron a esta alianza. Los constantes malabarismos retóricos de la candidata, quien un día renegaba y al otro día, aceptaba las siglas de su partido, evidenciaron la crisis de identidad y liderazgo que se vivía en la oposición. Este dilema refleja la urgencia que tienen de repensar y reflexionar las rutas viables para hacer frente a Morena. En el pasado, líderes como Germán Martínez en el PAN y Manlio Fabio Beltrones en el PRI, renunciaron a la dirigencia partidista tras obtener resultados electorales desfavorables, un comportamiento esperado en toda democracia. Sin embargo, Alito Moreno y Marko Cortés no parecen reaccionar ante lo sucedido. Siguen, en cambio, tratando de administrar la derrota, lo que terminará por desahuciar a sus organizaciones, la única salida para evitarlo se encuentra en sus militancias, esta es tal vez su última oportunidad de movilización interna para terminar con esta clase dirigente y acudir de forma urgente a una renovación política.

Es imperativo que los partidos de oposición se aboquen a construir un proyecto sólido y atiendan esta crisis con una estrategia que mire más allá de la coyuntura actual y apunte a las elecciones del 2027 y el 2030, ello deberá implicar una visión prospectiva y la formación de nuevos liderazgos, solo así podrán aspirar a ser relevantes en los futuros comicios electorales. Este es su desafío: reinventarse o mantenerse a la sombra de un partido que ha logrado capturar y mantener la confianza de la ciudadanía, poner este escenario en duda es negarse a escuchar más allá de nuestras cajas de resonancia y no querer entender lo que sucedió el domingo pasado.

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