Desde su creación en 1970, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) ha sidola principal instancia de gobierno que impulsa el desarrollo científico y tecnológico en nuestro país.A lo largo de los últimos 40 años, el Consejo ha sido el encargado de coordinar, promover y financiar las principales políticas en la materia en México, incluyendo la realización de actividades científicas, tecnológicas y de innovación para facilitar la producción de bienes y servicios de valor agregado que permiten elevar el desarrollo del país. Sin embargo, algo desafortunado está sucediendo en el CONACYT. Es momento de poner atención a esto antes de que sea demasiado tarde.El programa de becas del CONACYT es el más ambicioso en nuestro país, y en las últimas décadas hombres y mujeres con diversos perfiles profesionales han sido beneficiarios de éste para realizar estudios de posgrado y especialidades técnicas y académicas, en México y en el extranjero, en ciencias exactas, naturales, de la salud, artes y humanidades. Desde su creación, este programa ha sido la llave de acceso para que la población realice estudios de alto nivel en instituciones académicas de excelencia. Sin embargo, es alarmante el recorte en la asignación de recursos que ha sufrido este rubro en los últimos años.De acuerdo con los datos del mismo Consejo, en el sexenio anterior se apoyó en promedio a 6,539 estudiantes al año con becas para estudiar posgrados en el extranjero. Esta cifra ha ido disminuyendo dramáticamente con el actual gobierno: en 2020 el CONACYT apoyó solamente a 3,709 mexicanas y mexicanos para realizar sus estudios en el extranjero, y para las convocatorias de 2021 la institución acotó la asignación de becas exclusivamente a las áreas de salud y artes, desamparando a todos aquellos estudiantes de otras áreas prioritarias que esperaban contar con becas para su formación profesional.Adicional a esta disminución en los apoyos para las y los estudiantes del país, recientemente el CONACYT determinó cancelar los estímulos económicos a los miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) adscritos a las universidades privadas. El SNI fue creado en 1984 con la intención de reconocer, promover y fortalecer, a través de la evaluación, la calidad de la investigación científica, tecnológica y de innovación que se produce en el país, más allá del origen o adscripción de aquellos que se dedican a la investigación.Por esta razón, en las últimas semanas la comunidad científica ha alzado la voz para manifestar que esta decisión es regresiva en términos de derechos para las y los integrantes del Sistema, ya que su trabajo y contribución a la ciencia en México, no es privado ni obedece a intereses de esta naturaleza.Las modificaciones en las reglas del SNI afectarán a cerca de 33,000 investigadores e investigadoras a nivel nacional pertenecientes a instituciones de diferentes tamaños y perfiles, lo que aunado con el recorte en los programas de becas nos obliga a cuestionarnos: ¿qué motiva al gobierno actual a tomar la decisión de abandonar la formación de capital humano de excelencia? Es urgente que nos preguntemos: ¿Qué está pasando en el CONACYT?