Viernes, 29 de Noviembre 2024

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«Puro cuatro letras: ¡Ya llegamos y no nos vamos!»

Por: Jonathan Lomelí

«Puro cuatro letras: ¡Ya llegamos y no nos vamos!»

«Puro cuatro letras: ¡Ya llegamos y no nos vamos!»

A veces imagino a Guadalajara como una ciudad invadida por los «bárbaros» sin que nos demos cuenta (o no del todo). La nueva demostración de poder del cártel local es sólo un ejemplo.

Imaginemos esta escena real: de fondo suena un corrido que aúlla desde las bocinas de alguno de los siete camionetones detenidos en fila. Junto a los vehículos y a plena luz del día, una veintena de sicarios con chalecos tácticos y las letras CJNG en el pecho muestran sus armas largas en alto. Los que no están encapuchados, sonríen.  

Los autos están estacionados frente a un súper y al lado de una tienda en donde un grupo de pobladores, sentados en sillas, conversan al atardecer sin inmutarse ante el despliegue de muerte frente a ellos. Al comienzo del video de menos de un minuto, un par de exclamaciones se fusionan y componen esta declaración de guerra: «Puro cuatro letras: ¡Ya llegamos y no nos vamos!». 

El video fue grabado en las calles del poblado de El Volantín, en Tizapán el Alto, Jalisco, apenas hace unos días. 

El mismo municipio en donde el 19 de mayo, José Antonio Lagurén, comisario de Tizapán, fue atacado a balazos. Salió ileso, no así su subdirector y otro elemento heridos de bala. 

El mismo municipio en donde menos de un mes después, el 12 de junio pasado, el comisario ahora sí fue emboscado y acribillado para convertirse en el policía número 93 asesinado en el sexenio en Jalisco. 

El sureste de Jalisco, colindante con Michoacán y en donde se ubican Tizapán, Mazamitla y los municipios aledaños al Lago de Chapala es escenario de una sangrienta disputa territorial. 

De un lado, los Pájaros Sierra, un grupo de sicarios de élite escindido del cártel de El Mencho y aliados ahora con Cárteles Unidos, pelean la plaza. 

Del otro lado, el Cártel Nueva Generación busca retomar el control de la región, lo que ha recrudecido la violencia, sobre todo a partir del supuesto fusilamiento en un velorio en San José de Gracia, Michoacán, una masacre que detonó este enfrentamiento entre los dos grupos. Ya pasaron tres meses del hecho, sin que la autoridad ponga un alto. 

Mientras tanto, el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Enrique Alfaro insisten en mostrar gráficas con datos acomodados e interpretados a conveniencia para justificar una estrategia de seguridad que nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste.  

Por eso a veces pienso en las «invasiones bárbaras» que se apoderaron poco a poco de un imperio y una gran ciudad tras asediarla y tomarla por asalto mientras los tribunos, en este caso, no sólo dicen que no pasa nada, sino que vamos mucho mejor.   

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