Ser derechohabiente del IMSS ha sido, para infinidad de mexicanos, una bendición; para otros tantos, en cambio, ha sido —y es— un adelanto del Purgatorio. Muchos le deben, en gran medida, la salud… y aun la vida. Otros, por el contrario, no sólo no han recuperado la salud sino, incluso, han perdido la vida —“contra su voluntad”, como rezaba el epitafio que un humorista pidió para su lápida— por incapacidad del personal o insuficiencia de las instalaciones para atender a las demandas.-II-En mayo pasado, al renunciar a la dirección general del Instituto, Germán Martínez hizo un aterrador diagnóstico del mismo; señaló que “mientras se discute la remodelación —‘cosmética’, la llamó—del IMSS, muchos trabajadores siguen sin certeza laboral; otros, sin contrato; algunas vacantes aumentan; el rezago en infraestructura es brutal; los contratos y convenios de servicios se rezagan, y algunos están por vencerse, sin horizontes de legalidad y eficiencia; las compras de equipamiento, paradas; las reclamaciones y litigios aumentan, y si bien el abasto de medicamentos está garantizado, es precario, y en algunos lugares pende de un hilo”.Seis meses después, en noviembre, un informe interno del organismo, difundido por “El Universal” (XII-25-19), refiere que “si se recorre el territorio nacional, los problemas asociados al equipo médico son comunes (…), si bien varían en escala de severidad, pero con problemas como mala calidad en la prestación de servicios de salud, ocasionada por falta de disponibilidad de equipos médicos involucrados en el diagnóstico y tratamiento del paciente, a causa de no contar con insumos, funcionar inapropiadamente o estar fuera de circulación por descompostura o sobreuso”.Los mismos médicos del Instituto tienen ocasionalmente la sinceridad de justificar sus insuficiencias, al confesar a sus pacientes que, además de la obvia saturación de sus servicios —la demanda rebasa abrumadoramente los recursos disponibles para atenderla—, hay equipo médico e instrumental quirúrgico estropeado u obsoleto, lo que obliga a postergar tratamientos e incluso cirugías, indefinidamente.-III-Es probable que sean meros infundios muchas de las historias negras que circulan con respecto a robos descarados de insumos y aun equipos, por parte de médicos y empleados. Empero, mientras sus más de 75 millones de derechohabientes no perciban que el IMSS funciona como debiera, cabe pensar que cuanto se diga, proclame y cacaree sobre la supuesta guerra a muerte contra la corrupción en México, no pasa de ser palabrería hueca.Demagogia químicamente pura, para decirlo con todas sus letras.