Uno de los temas con los que más he batallado estos últimos años es la alimentación. Desde que me fui a hacer mis estudios universitarios a la Ciudad de México comencé a vivir solo, y había días en los que se me olvidaba comer. El día a día eran mantecadas, rice krispies y cuando me sentía muy espléndido, unas quesadillas. Pasaron los años y me di cuenta que no sólo esto era insostenible, sino que yo mismo estaba deteriorando mi salud de manera paulatina. Investigando sobre el tema, llegué a la conclusión de que conseguir una dieta balanceada no es un lujo, sino una necesidad. Soy una persona que entiende a través de la lógica y los números. Por lo mismo me propuse encontrar algunas cifras sobre la mala alimentación a nivel mundial y en México. Mi propósito con el presente artículo es encaminarme a mí mismo y al lector que lo necesite a equilibrar nuestra dieta. El no llevar una dieta adecuada en el día a día conlleva más problemas de los que normalmente nos imaginaríamos. Se asocia a la pérdida de memoria, el bajo rendimiento deportivo, problemas digestivos e insomnio. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mala alimentación está entre las principales causas de muerte a nivel global. Se estima que 41 millones de niños menores a 5 años tienen sobrepeso. Asimismo, se estima que cada año mueren 2.8 millones de personas debido a la obesidad o al sobrepeso. Un dato que me llamó mucho la atención es que en el 2017 alrededor de 3.9 millones de muertes fueron atribuidas a un consumo inadecuado de frutas y verduras. Esta cifra equivale al 47% de la población de Jalisco. Específicamente en México, según la Encuesta Nacional de Salud (ENSANUT), el 18.4% de la población entre 5 y 11 años tienen sobrepeso, mientras el 19.5% tienen obesidad. Esta cifra aumenta al 24.7% en la población entre 12 y 19 años con respecto al sobrepeso y al 15% con respecto a la obesidad. Esta cifra entre sobrepeso y obesidad se dispara al 75.2% en la población de 20 años y mayores. El problema, considero, es que al ser silenciosos estos peligros, no dimensionamos las repercusiones que nos estamos acumulando poco a poco. Esto lo hace más delicado, ya que absolutamente todas las personas del mundo estamos expuestos a los retos alimenticios. Tenemos la ventaja de que vivimos en un tiempo en el cual obtener información es más sencillo que nunca. La educación alimenticia se encuentra a un par de “clicks” y comer mejor es una decisión a la cual todos tenemos acceso. Podemos vivir más y mejor si decidimos bien lo que comemos.