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“Problema que se soslaya, estalla”

Por: Jonathan Lomelí

“Problema que se soslaya, estalla”

“Problema que se soslaya, estalla”

Hice un simulacro de súper en línea con los 24 productos de la canasta básica cuyos precios promete el Presidente estabilizar con su plan contra la inflación. 

El costo de los productos, que según el gobierno equivale al consumo semanal de una familia de cuatro, salió en mil 246 pesos y no en mil 37 pesos promedio como estimó el titular de la Profeco. Y eso que fui austero con opciones Great Value (igual, pero más barato). 

El pan Bimbo blanco, el mismo que “generosamente” no subirá de costo según alardeó el Presidente, cuesta 33 pesos. El limón continúa por los cielos, 79 pesos el kilo y el bistec de res 212 pesos por kilo.

Esa canasta básica, en aumento constante, deberá mantener sus precios estables en los próximos seis meses para que 44 millones de mexicanos vulnerables enfrenten el alza inflacionaria. 

Como buen político, AMLO nos vende una estrategia compuesta de algunas acciones concretas pero limitadas y muchas medidas irreales o francamente tramposas.  

Sin embargo, el “acuerdo voluntario” con empresarios para estabilizar los precios de la canasta básica es quizá el más dudoso o el más difícil de aterrizar y medir. La explicación en la mañanera de Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda, ilustra esta confusión: 

“Las industrias van a tener la flexibilidad para, dentro de la canasta básica, ajustar marcas y presentaciones de tal forma que tengamos suficiente espacio de maniobra dentro de la flexibilidad que todos nos debemos dar a nosotros mismos”... ¿eh? 

Al final no hubo un control de precios como se anticipó, en cambio, este acuerdo de buena voluntad con la industria quedó delineado así, en la completa vaguedad. 

Por otro lado, el Presidente planteó acciones que en realidad están dentro del deber ser de un gobierno o que ya operaban como programas: fortalecer la seguridad en las carreteras, celeridad en las aduanas y puertos, precios de garantía en el maíz, frijol, arroz y leche (un programa lanzado en 2019). 

Asimismo delineó acciones reales que en todos los casos implican un apretón a las arcas públicas: reducir aranceles a la importación por seis meses a 21 de 24 productos de la canasta básica y exención de tarifas ferroviarias, eliminación de cuotas para el sulfato de amonio que sirve de fertilizante, así como el costoso subsidio a las gasolinas que ya aplicaba.  

El mayor riesgo de que el gobierno tenga menos dinero radica en que podría impactar la inversión física que tiene un efecto multiplicador en la economía. 

Planteado así, ¿estamos ante un ambicioso plan para combatir la inflación? La narrativa del Presidente recuerda esas macro políticas de la era priista neoliberal: sirven para mandar un mensaje pero no para incidir en la realidad de un fenómeno global más complejo.  

AMLO, orgulloso, dice que él afronta los problemas y nos recuerda un lema de su ética como servidor público: “Problema que se soslaya, estalla”. Pero quizá deberíamos corregir: problema que estalla, se soslaya con una buena estrategia de comunicación. 

Guardaré mi simulacro de compra y nos vemos en seis meses para revisar si tengo razón. 

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