Nota roja o amarillista: dos etiquetas adheridas al trabajo de cobertura sobre seguridad pública. Despegar esos adhesivos de todo lo que conlleva hacerlo es tan complejo como los resultados que ha dejado el Sistema de Justicia Penal en México.En el balance que hice como reportera durante el año que terminó ayer, es -y sigue siendo- muy difícil informar sobre lo que ocurre con el principal problema que nos afecta: la inseguridad. Y lo es por infinidad de razones. Quizá la parte más dura es enfrentar el dolor ajeno, pero tampoco es sencillo lidiar con los malos tratos a los que estamos expuestos por parte de la autoridad, cuando el único fin es informar.El pasado jueves, un amigo, colega y guía de esta profesión en las calles, fue objeto de agresiones verbales y físicas junto con su compañero camarógrafo de Tv Azteca por parte de un elemento de la Policía de Tlajomulco. Ocurrió en la Colonia Lomas del Mirador, donde un joven falleció por una agresión a balazos.El policía impidió realizar las labores de grabación, a pesar del respeto a las líneas de acordonamiento y a que sabemos perfectamente que -con el “nuevo” Sistema de Justicia Penal- debemos ser respetuosos en el manejo de la información y captación de imágenes, es decir, se graban solo aspectos de la movilización de la escena criminal y no a las víctimas.Pero es tanto el nivel de estrés que manejan los policías, como lo publiqué en la anterior columna, con la presión que provoca ser los primeros respondientes y acatar lo que digan los ministerios públicos, que todo se convierte en una bomba de tiempo que estalló, como ejemplo, la noche del jueves.El policía amenazó constantemente a los reporteros con advertencias sobre consecuencias graves, e impidió continuar con el levantamiento de imágenes hasta que un comandante de la Fiscalía de Jalisco medió la situación.La prensa se ha convertido en una enemiga que toma un mayor impulso en cada hecho delictivo. La constante es observar los movimientos intempestivos de los mismos policías municipales o del Estado, investigadores o ministerios públicos al percatarse de la presencia de las primeras cámaras que llegan al lugar de los hechos delictivos. Empiezan los acordonamientos o -cuando se hacen más extensos- las solicitudes de alejarnos del lugar lo más que se pueda. Luego viene la “corretiza” detrás de patrullas o carros de Ciencias Forenses y las llamadas telefónicas a contactos de alguna corporación para conocer los datos que complementarán la nota informativa.La crisis del manejo de la inseguridad genera diversos aspectos con sus respectivos protagonistas. La violencia está en las calles, con eso es suficiente para todavía atraerla al trabajo diario que se realiza en medio de esta vorágine y si alguien es irresponsable, que se actúe en consecuencia y con apego a la ley. Todos nos merecemos un mejor año, ¿no cree?Gabriela Aguilar(puntociego@mail.com)