Hay que buscar entender la mente detrás del poder.Hay un posible perfil psicológico de los políticos que son más propensos a la corrupción.La psicología política ha estudiado este tema y se han encontrado algunos patrones repetitivos en las personalidades de aquellos que abusan del poder.Por principio, tienden a tener una ambición exagerada por el poder y la conjugan con la riqueza.Esta ambición puede llevarlos a tomar decisiones que benefician más sus intereses personales, muy por encima del bien de los demás.Otra característica es que suelen tener rasgos de narcisismo, lo que los hace estar muy centrados en sí mismos, y creen que son superiores a los demás; llegan a sentir una necesidad constante de ser protagonistas y conseguir admiración. Esta personalidad puede llevarlos al extremo de llegar a creer que las reglas no aplican para ellos.Al ser más egoístas, los políticos corruptos carecen de empatía. No se saben poner en el lugar de los demás y no les importa el daño que sus acciones puedan causar. Llegan a ser muy insensibles y egocéntricos, lo cual, aunado a la codicia, los acerca fácilmente a atropellar a quien sea que les estorbe para conseguir sus planes.También padecen de un cierto tipo de maquiavelismo, que implica buscar manipular, engañar y tener pocos escrúpulos morales para alcanzar sus objetivos. Los políticos maquiavélicos son expertos en las artes de la intriga y la calumnia, y utilizan todas las herramientas a su disposición para conseguir lo que quieren.Los políticos corruptos son muy hábiles para justificar sus acciones. Incluso pueden convencerse a sí mismos y a los demás de que todo lo que hacen está bien, hasta cuando es claramente incorrecto.Es importante conocer los rasgos de personalidad asociados a la corrupción que padecen las personas con poder. Así podemos estar mucho más atentos a los que la padecen. Debemos observar más sus acciones y discursos para detectar sus tendencias y así limitarles el acceso a más poder.Al entender las causas psicológicas de la corrupción, podemos desarrollar programas de formación para políticos y funcionarios públicos que promuevan la ética y la integridad cívico-moral.Comprendemos que la misma corrupción institucional del sistema se convierte en un imán que atrae a todas estas personas propensas a ser corruptas como las flores a las abejas.Conociendo el perfil psicológico de los corruptos, podemos diseñar estrategias más efectivas para combatir este problema y, sobre todo, filtrar su acceso a cargos políticos y asegurar mayor vigilancia a sus decisiones y acciones con el manejo del dinero.Sus motivaciones ocultas y turbias intenciones deben ser detectadas antes de que pretendan adquirir el poder público.El ejercicio del poder debe ser entregado sólo a los más éticos y sanos.De lo contrario, tendremos en nuestros gobiernos un nido de sinvergüenzas, disfrazados de buenos líderes y funcionarios.