De los libros de texto gratuitos para este ciclo escolar se ha dicho de todo: que si son comunistas, que si son marxistas, que si son muy explícitos sobre la identidad sexual, que si tienen muchos errores -y los tienen-. De todo. Lo cierto es que los libros de texto para el ciclo 2023-2024 que reflejan la llamada “Nueva Escuela Mexicana” han causado una revolución pocas veces vista.El descontento no sólo es a nivel académico, también a nivel social. La Unión Nacional de Padres de Familia se dio a la tarea de analizar los contenidos y solicitó los cambios que creyó pertinentes de acuerdo a sus observaciones. El Gobierno federal mantuvo su postura defendiendo el modelo de esta administración que vio finalmente materializado en papel lo que se venía trabajando como “Proyectos integradores” desde 2020. En aquel entonces fue una vuelta de tuerca a los trabajos realizados a distancia en medio del confinamiento y se priorizaban conceptos de vida social y en comunidad sobre los aprendizajes de materias básicas como Español y Matemáticas. Con el retorno a la presencialidad se continuó con el concepto de dichos proyectos y trabajo en equipo en las aulas, pero el reto era otro: combatir el rezago educativo y la propuesta federal no parece ayudar mucho con la reintegración de asignaturas en: “Múltiples lenguajes”, “Nuestros saberes”, “Proyectos comunitarios”, “Proyectos de aula” y “Proyectos escolares”.La postura del gobernador Enrique Alfaro ha sido clara: no se distribuirán los libros. Por ello permanecen en bodega más de un millón de ejemplares, una decisión que también comparten Guanajuato y Chihuahua. Más allá del discurso de si los libros tienen errores o una marcada postura política, de lo que se trata es de un proceso administrativo que no se siguió adecuadamente, ya que los programas escolares no fueron publicados y aprobados antes de imprimir y distribuir los libros. ¿Qué sigue? El debate se ha centrado en el papel. Recordemos que a la escuela nuestros hijos van a recibir conocimientos académicos, la educación nos corresponde a los padres y tutores, a quienes también nos toca la apertura sobre información ya sea de índole social, económica o sexual. Ahora toca pensar en el profesorado y el apoyo didáctico que tendrán a partir de que inicie el ciclo escolar; los maestros con mayor experiencia han visto cambios en los libros una y otra vez con cada sexenio, pero su formación y vocación docente es independiente de los libros de texto gratuitos que se imprimen. Durante el confinamiento una de las herramientas más importantes fue Recrea, la plataforma que permitió a padres, maestros y alumnos formar parte de una red efectiva de comunicación y acceso a contenidos para el acompañamiento académico de los menores en casa; la estrategia en Jalisco para sobrellevar el curso seguirá apoyándose en ella, ya que al estar homologada con el sistema federal se garantiza la impartición de conocimientos. A partir de aquí habrá que considerar el costo correspondiente. Quizá haya un costo político para el Gobierno estatal por la renuencia a seguir los lineamientos federales; sin embargo, se trata de una resolución pendiente en una instancia judicial a la que se apega el gobernador Alfaro. Por lo pronto, la no distribución de libros de texto gratuitos en Jalisco se trata de una decisión de fondo, de una gran inversión con lo que sí importa: la educación de los niños sin importar costo que se deba pagar por ello.