La esperanza es que este año 2021 que se estrena sea mucho mejor, mil veces mejor que el que acaba de terminar: el terrorífico 2020 para muchos fue el año en el que como humanidad hemos estado confinados, con miedo e incertidumbre y en el que se presentaron pérdidas de distinta índole, sobre todo humanas, muchos enfermos y muchos muertos a lo largo y ancho del planeta.Lo peor es que esta realidad marcada por la pandemia de COVID-19 no ha terminado y aun cuando ya inició la distribución y aplicación de la vacuna en el mundo, dadas las características del virus y su evolución inasible, desde el pueblo más pequeño hasta las grandes ciudades, no es posible echar las campanas al vuelo y pensar que ya todo está como antes, como si nada. Y lo digo así, aunque parezca una obviedad, porque la gente en la calle sin cubrebocas, en grandes cantidades y sin guardar sana distancia, me invitan a hacerlo. El simple cambio de año nos hace sentir esperanzados, proclives a abrigar las más altas expectativas, sobre todo si venimos todos de un año complicado, doloroso, para unos más que para otros; frustrante, perdido. Lo mejor que nos puede pasar es que 2020 nos fortalezca. Pasamos por un proceso intensivo, nada terso, de adaptación a las circunstancias. Somos sobrevivientes y creo que queremos algo más que eso. Toca entonces aguantar un poco más, el último estirón que creo nos llevará por lo menos unos seis meses, en todo el mundo, conforme se va aplicando la vacuna a la humanidad entera, con altibajos y resistencias claro, como ha sido siempre. Valdría la pena reconocernos en estas circunstancias para enfrentar mejor lo que viene.Al contexto internacional hay que sumar el nacional, el local y, por supuesto, los individuales, eso no puede ni debe perderse de vista. Más que nunca la globalización la hemos vivido, sufrido en carne propia y, estoy segura, ya nada será igual como cuando apareció el sida en el catálogo de enfermedades contagiosas, cuando cambiaron usos, hábitos y costumbres. De cada trance hemos salido fortalecidos, con nuevas medicinas y tratamientos, tecnologías avanzadas, no hay razón para que sea distinto ahora. Es cierto que los gobiernos de los países son los responsables de cómo se ha abordado la pandemia desde el primer momento, y dentro de cada país, los gobiernos estatales y locales dependiendo de la organización de cada uno; ya se pasarán las facturas que se tengan que pasar, pero también está nuestra propia responsabilidad, nuestra actitud, creencias, cuidados, atención a las recomendaciones. Estoy convencida de que ahí está la parte más importante porque todos y cada uno somos capaces de tomar decisiones bien informadas.En las últimas semanas del año 2020, para no ir muy lejos, aquí en Guadalajara circularon fotografías y videos, convertidos luego en noticias, de cómo se colapsaron los lugares más céntricos y comerciales por la cantidad de personas que salieron a las calles a comprar o a pasear sin los cuidados mínimos que se deben observar en un contexto de pandemia, es decir, de una enfermedad que afecta ¡al mundo! para la que no hay tratamiento y las vacunas acaban de salir. No sé si les ha pasado, pero las noticias de contagios y fallecimientos se refieren cada vez más a personas cercanas, a conocidos y, dolorosamente, también a parientes. Es preciso reiterar una y otra vez que es real, que el coronavirus Sars-Cov2 existe, es contagioso, puede provocar que la enfermedad sea grave y causar la muerte, particularmente si la persona afectada tiene alguna comorbilidad como obesidad o diabetes, entre las principales. Hemos salido adelante de un confinamiento intermitente a lo largo de diez o nueve meses, podemos aguantar un poco más, lo primero es lo primero: salud y vida, para emprender todo lo demás que conforma nuestra existencia. Por favor, urge cuidarnos como al principio, extremar precauciones, exagerar. La capacidad hospitalaria más o menos holgada que se mantuvo casi todos estos meses hoy está llegando a niveles de alarma. Prácticamente nadie en el país está exento y es real que las grandes ciudades como la capital del país, Guadalajara y Monterrey, son las que presentan una situación crítica. Hasta ahora no insalvable ni fuera de control, pero como en los indicadores de presión, la aguja ya está en la franja roja.Cubrebocas, sana distancia, lavado de manos y quedarnos en casa es lo mejor que podemos hacer para que las autoridades sanitarias tengan capacidad y margen de maniobra en la atención de las personas contagiadas. El mejor regalo de año nuevo. Reitero el llamado: debemos asumir la parte que nos toca, por favor y entonces sí, esperar con todo que este 2021 sea mil veces mejor. #YoMeQuedoEnCasa #QuedateEnCasa. lauracastro05@gmail.com