En una sociedad que ha retrocedido en su aspiración democrática, la acción y la reacción se viven siempre bajo la sombra del populismo.Al margen del origen histórico que tuvo el populismo, en el momento actual es un instrumento que lo mismo sirve a los gobiernos de izquierda o de derecha, que a los líderes sociales que se le oponen cualquiera sea su nivel o alcance.El discurso y el manejo populista cuentan con factores clave para el logro de sus objetivos, uno de ellos es el catastrofismo por el cual se busca hacer que la gente se sienta amenazada en sus bienes, su libertad o sus derechos, si es gente acomodada, en sus beneficios, apoyos y oportunidades si es gente de escasos recursos, o en sus aspiraciones y logros alcanzados, si forma parte de las clases medias.Otro factor crucial es la desinformación o la información confusa, reduccionista y adulterada. Es apenas creíble que un muy considerable número de personas que salieron a protestar en contra de la reforma electoral no se hubieran dado la oportunidad de leer la propuesta enviada por el presidente al Congreso, y si no la leyeron, mucho menos la habrían podido analizar separando sus diversos componentes para, por lo menos, saber en qué sí o en qué definitivamente no estaban de acuerdo, todo se redujo a la frase “el INE no se toca”, con lo cual le daban a este instituto un valor de absoluto eterno e inmutable, y reducían a ese solo asunto la cuestión mucho más amplia de la reforma que se está proponiendo. Otros presidentes tuvieron mejor suerte cuando reformaron al INE una y otra vez, deformándolo, sin que nadie saliera a protestar, porque ni cuenta se daban.El populismo sabe manejar también las emociones y los sentimientos, si la gente pensaba, deja de hacerlo, ahora solamente siente rabia, y si ya de por sí no pensaba, mucho mejor, solamente se dejará arrebatar por sus emociones y gritará y gritará hasta enronquecer; ante cualquier otro que le interrogue acerca de las razones que le mueven, o no responderá o dirá generalidades, “slogans” escuchados, frases hechas, así sea “los pobres primero” que “el INE no se toca”.Un político de cualquier tendencia que decide apoyarse en este populismo tendrá que ser consecuente con las claves del fenómeno, acentuando la división de clases y el antagonismo, pues nada fortalece tanto a un populismo activo que un populismo reactivo.En el mundo de la sospecha y el conspiracionismo no hay propuesta ni discurso que pueda ser visto con objetividad, para el ojo populista donde quiera hay “gato encerrado”, “trampas sutiles”, “astucias ocultas”, sin que eso signifique desconocer la desconfianza histórica con que la sociedad mexicana ha visto siempre a sus autoridades, desconfianza desde luego muy bien ganada. Por lo mismo, frente a las voces inteligentes que han llamado a un análisis amplio, objetivo y completo de toda la propuesta en cuestión, los populistas “contras” dirán: está todo amañado.La convocatoria a protestar se hizo, miles y miles en todo el país acudieron entendieran o no de qué se trataba, pero no correspondía al presidente democrático de un país oficialmente democrático, desanimar, criticar o satanizar a los que quisieran participar, pero como ya se dijo, el populismo tiene sus reglas.