La tendencia a que cuente más la propaganda y el número de seguidores en las urnas, ha provocado que lleguen candidatos sin vocación ni calidad para ser genuinos servidores públicos.El construir prestigio o reputación en las redes sociales está generando una distorsión de lo que realmente es tener una capacidad para asumir un cargo político y desempeñarlo de manera correcta.Es por eso que los partidos políticos reclutan a artistas, famosos deportistas o líderes sociales como los YouTubers. O persiguen la foto con las grandes personalidades del momento y la publican en sus redes, como parte de las estrategias de campaña. Como acaba de suceder con la visita al Papa, de nuestras dos candidatas a la Presidencia.Podrá haber algo de un interés genuino por entablar un sincero diálogo con semejante autoridad moral; pero también una hipócrita actitud para acercarse a su eminencia con el puro interés de mostrar apertura y recaudar popularidad.Lo que importa es presentar un verdadero proyecto político y mostrar una postura ideológica sólida, y no pura pose, simular un comportamiento social que cautive adeptos y sume votos.Parece como si fuera parte del manual de cómo incrementar los votos a base de hacer viral un comentario o una foto con los más famosos. Las ideas y los pensamientos políticos brillan por su ausencia. Esos más bien estorban a la hora de convencer a los votantes.Estamos entrando de lleno a la era de las campañas puramente mediáticas y virtuales, las matracas, pancartas y templetes son del pasado. Hoy salir charlando con el Papa es una mayor garantía para adquirir más popularidad, para que se note que estoy cerca de los grandes líderes del momento.El grave problema de esta tendencia, es que fácilmente se cuelan los ineptos para gobernar. Serán muy populares y simpáticos charlistas con miles de likes, pero para convertirse en estadistas o líderes políticos hay distancia. Y claro, los resultados se dan de inmediato, es el pueblo ingenuo que ha votado por ellos, los que también acaban pagando el plato roto a la hora de ejercer el poder.Por lo que se hace indispensable regular de una manera prudente y sensata esta inadecuada fórmula, para que no cualquier vivales con una cartera llena de seguidores se gane una curul, una gobernatura o hasta la silla presidencial. Veamos por mientras qué se nos ocurre para no caer en la trampa de una popularidad sin fundamentos políticos.