Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Polvos de La Mancha XXIII

Por: Carlos Enrigue

Polvos de La Mancha XXIII

Polvos de La Mancha XXIII

Uno de los capítulos del Quijote que me parece más trascendente son los consejos que en la segunda parte, capítulo cuadragésimo segundo, de la obra don Quijote le da a Sancho Panza antes de que éste fuera a gobernar la Ínsula Barataria. Son diecisiete consejos que no por sencillos dejan de ser de una gran profundidad; y resultaría fácil simplemente citarlos, pero ya he dicho que el Quijote es un libro en que cada lector se refleja y no voy a impedirle ese gozo que primero tendrá solo usted como posible lector y luego yo. Como reflejo de nuestra charla al respecto, citaré y comentaré algunos de mi gusto personal.

Así: “Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos”. La ley del encaje a que se refiere Cervantes son aquellas resoluciones de los jueces y funcionarios emitidas arbitrariamente sin base en la ley o en la justicia. En pocas ocasiones el gobernado tiene tanta relación con el gobierno como la que tenían en su momento los habitantes de Barataria con su gobernador, que según se narra iba “vestido parte de letrado y parte de capitán porque en la ínsula que os doy tanto son menester las armas como las letras, y las letras como las armas”. Y con esa relación tan estrecha, el gobernado espera siempre que las resoluciones de su autoridad sean fundadas y no arbitrarias.

“Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre pero no más justicia que las informaciones del rico”. Entre gobernador y gobernados debe de existir empatía, nunca perder de vista que los actos afectan a personas, pero el hecho de entenderlas no implica que la justicia debe se traicionada si los alegatos del rico indican quién tiene la razón.

“Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros”. Qué profundo conocimiento del alma humana muestra Cervantes en este consejo, de las debilidades humanas de Sancho o de cualquier juez ante la presencia de la hermosura, de cómo esta puede hacer que se pierda la justicia al separarse de los hechos en sí y se permita resolver no por hechos sino por sensaciones deformadas por la belleza.

“Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravios a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia”. El autor tiene por miserable a aquel que es digno de conmiseración; sin romper la equidad de la justicia, se pide que se consideren las causas generadoras de la miseria del corazón humano.

@enrigue_zuloaga

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