Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Polvos de La Mancha X

Por: Carlos Enrigue

Polvos de La Mancha X

Polvos de La Mancha X

Unamuno propone “hacer una Santa Cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la locura del poder de los hidalgos de la razón”. Porque es posible que estos últimos pretendan tener secuestrada la razón y privarnos con ello de la posibilidad colectiva de hacer una barbaridad, ¿no les atrae alguna vez en la vida hacer una barbaridad colectiva? Dejemos que alguna vez nos arrastre la locura, debe de ser muy divertido eso, en ocasiones me parece loable, pero yo no pretendo llegar a tan altas torres, yo simplemente aspiro a menos, a algo más sencillo, más pedestre, sugiero simplemente un paseo por una de las muchas, muchísimas historias que ahí se cuentan.

Para eso, no sugiero tiempo para leer, no requiero escenarios especiales o días de guardar, lo único a considerar es que usted tenga ganas de hacerlo. No tenemos ninguna prisa en terminar de leer la obra, de tal manera que al no haber prisa, no hay necesidad de leerla toda o en orden, esto es un placer y los placeres no dependen de cantidades ni de medidas, simplemente se gozan.

Entonces, veamos, si ustedes no disponen otra cosa, algunas aventuras del señor de La Mancha. Descansaban nuestros héroes (1ª parte capítulo XV) y nos cuenta Cide Hamete Benengeli: 

Ordenó, pues, la suerte, y el diablo (que no todas las veces duerme) que andaban por aquel valle paciendo una manada de hacas galicanas de unos harrieros gallegos, de los cuales es costumbre sestear con su recua en lugares y sitios de yerba y agua; y aquel donde acertó hallarse don Quijote era muy a propósito de los yangüeses. 

Sucedió, pues, que a Rocinante le vino en deseo de refocilarse con las señoras facas, y saliendo así como las olió de su natal paso y costumbre, sin pedir licencia a su dueño tomó un trotico algo picadillo y se fue a comunicar su necesidad con ella. Mas ellas, que a lo que pareció, debían de tener más ganas de pacer que de él, recibiéronle con las herraduras y con los dientes, de tal manera que a poco espacio se le rompieron las cinchas, y quedó sin silla, en pelota.

Podrán imaginarse que los yangüeses decidieron salir en defensa de sus jacas, para lo cual no se limitaron en dar palos a Rocinante, el que golpeado primero por las jacas y luego por los dueños cayó al suelo todo golpeado, lo que provocó que don Quijote y Sancho se dieron cuenta de que esos bárbaros no eran caballeros y salieron en defensa del jamelgo, por lo cual, como es natural y aplicando aquel principio universal de que los más muchos les ganan a los más poquitos, caballero y escudero cayeron bajo los palos de dichos gallegos.

Como podrán imaginar, quedaron hechos pedazos, a pesar de que los famosos yangüeses no eran caballeros, eran veinte contra dos y de estos últimos, Sancho no era muy gustoso de entrar en conflictos ajenos y más cuando estos sujetos golpeaban como si supieran golpear.

@enrigue_zuloaga

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