Consideremos que Sancho se vuelve -según don Quijote- la vía de comunicación entre el caballero y la dama ideal, así en el episodio sobre la carta de don Quijote a Dulcinea (I, 25), que le es entregada y leída a Sancho, el que no sabía leer ni escribir y a quien dijo su señor “que no saber un hombre leer, o ser zurdo, arguye una de dos cosas: o que fue hijo de padres demasiado humildes y bajos, o él tan travieso y malo que no pudo entrar en el buen uso ni la buena doctrina. Gran falta es la que llevas contigo, y así querría que aprendieses a firmar siquiera”(II, 43); y éste pierde la carta y trata de reparar su error, al dictar al cura y al barbero en la venta donde fue manteado, carta que jamás llega al conocimiento de la dama.No resisto citar de esa carta (I, 25) en la que, a semejanza de la misiva de Amadís a Oriana, le escribe: “Soberana y alta señora: El ferido de la punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud el que él no tiene […] Mi buen escudero Sancho te dará entera relación ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!”.Aunque el escudero le narra a su señor el pretendido encuentro y las supuestas reacciones de la amada y entonces nos preguntamos si es que miente quien con su narración perfecciona la consecución de un sueño de amor como el que tenía, aunque fuera con pequeñas dudas, nuestro señor don Quijote, quien quería creer lo que el escudero le narraba.Resulta también intermediario cuando, víctima de encantadores, aparece la hermosa Dulcinea y dos amigas que no reconoce don Quijote (II, 10), por presentarse a sus ojos como labradoras, aunque Sancho dice mirarlas en plenitud.Sancho no pierde su naturalidad, pues después de la invitación de su señor, se vio gobernador y Teresa Panza, llamada por diferentes causas también como Teresa Cascajo y en ocasiones Juana Panza o Juana Gutiérrez, como se menciona en algunos lugares, tradicionalmente vive con los pies en la tierra, pues hasta ella, la absoluta pragmática, que al regreso del marido le cuestiona por bienes obtenidos por la escudería, la que prefiere casar a Sanchica su hija con el hijo de Juan Tocho antes de casarle con alguien que le reclame su origen. Pues hasta ella, tan ubicada, pierde un poco la ubicación cuando la Duquesa le escribe y le manda como regalo (II, 50) un collar de corales, acepta y le gusta la llamen señora.Noten ustedes la transformación de la concepción de la realidad en el escudero. Ante los gigantes que el caballero miraba, Sancho, sin estar todavía embalado en la grandeza, le dijo: “Mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son aspas” (I, 8).Ya narramos cuando Dulcinea -hechizada según don Quijote- con apariencia de labradora y, sin embargo, Sancho, en esa ocasión, la miraba casi como deidad y se hinca a su paso.@enrigue_zuloaga