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Politizar la inseguridad, ¿botín de opositores o un clamor justificado?

Por: Isaack de Loza

Politizar la inseguridad, ¿botín de opositores o un clamor justificado?

Politizar la inseguridad, ¿botín de opositores o un clamor justificado?

Que arroje la primera piedra el político que no ha usado los indicadores de inseguridad a nivel municipal, estatal o nacional para beneficio propio.

Por supuesto que no existe uno que no haya atizado las cifras de violencia para granjearse votos a favor. Porque siendo candidato, el poder de la lengua te lo permite. Porque siendo candidato, sólo basta con armarte un slogan y prometer. Porque siendo candidato, por supuesto que puedes garantizar que tú vas a cambiar la historia.

En abril de 2018, cuando las campañas estaban en pleno desarrollo, el candidato del partido Movimiento Ciudadano por la gubernatura, Enrique Alfaro, englobó en su propuesta para restablecer la paz la idea de “restaurar el orden para garantizar la seguridad con justicia”.

Según lo expuso en su momento, en sus recorridos por el Estado los habitantes de las distintas regiones le habían “manifestado su indignación y preocupación por los niveles de violencia e impunidad que hemos alcanzado”.

Tras el homicidio del candidato de MC por la alcaldía de Jilotlán de los Dolores, Juan Carlos Andrade, el mismo Enrique Alfaro usó sus redes sociales para politizar la seguridad. Lamentó que Jalisco se hubiera “convertido en referente nacional por asesinatos de activistas y políticos, y recientemente de personas”.

Y, en ese cómodo coto de poder que te ofrece encabezar una candidatura de oposición, pero bien ubicada en las encuestas, el candidato naranja exigió “seriedad y resultados” a quien gobernaba entonces. Le expuso que “Jalisco no puede seguir por este camino”, y que “en materia de seguridad y procuración de justicia, su Gobierno ha sido un rotundo fracaso”.

Luego, en un colofón estereotipado, pero bien planteado, Enrique Alfaro invitó al gobernador Aristóteles Sandoval a “dejar su cargo si no puede”.

Politizó la seguridad. Lo hizo en las campañas de 2018 y no fue una mala idea. En realidad, fue una estrategia atinada, pues estaba encaminada a deteriorar la estrategia del Gobierno en turno. Porque sí: al final del día, el combate a la inseguridad es parte de una política de Estado.

Hoy, a poco más de la mitad de su sexenio, Enrique Alfaro critica abiertamente a quienes “hacen uso político de la tragedia y las mentiras”.

Tiene un punto válido: difundir audios que sugieren que él mismo ordena privar de la libertad a mujeres, a sus gobernadas, es, por decir lo menos, un acto ruin.

Pero, a más de tres años de su administración, analizar a profundidad la crisis de desapariciones, subir la discusión sobre el tema de feminicidios, exponer con argumentos la violencia contra estudiantes y lamentar los miles de millones de pesos que se han erogado para evitar que justamente eso suceda, no es una politización banal ni un sinsentido; es incluso la obligación de una sociedad hastiada de la realidad de la que no ha sido posible sacar a un Estado icónico como Jalisco.

Indiscutiblemente, politizar por el simple hecho de asestar un golpe a la administración es lamentable, pero abordarlo con argumentos para que el tema escale, preocupe y cambien las inercias, es una herramienta que el propio gobernador empleó cuando aspiraba al puesto que hoy ocupa.

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