El secuestro, entrega o detención -como quiera llamarle- del narcotraficante Ismael “El Mayo” Zambada y de Joaquín Guzmán López -hijo de “El Chapo” Guzmán- es un “piedrota en el zapato” del gobierno de la Cuarta Transformación que no los deja dormir. Sólo hay que recordar el berrinche del anterior inquilino de Palacio Nacional, quien enfadado dijo que las autoridades estadounidenses “hicieron un acuerdo y no nos informaron y, según la Fiscalía, el Departamento de Justicia llevaba a cabo pláticas con uno de los grupos de la delincuencia en Sinaloa y tenían acuerdos, incluso soltaron, o le dieron estatus distinto a uno de los detenidos en Estados Unidos -Ovidio Guzmán- al mismo tiempo que se llevaron a otro personaje y eso requiere una explicación”. Y así se fue -a La Chingada, su rancho en Palenque, Chiapas- y se quedó sin explicación.Ya como nueva inquilina en Palacio, Claudia Sheinbaum siguió con la misma cantaleta, exigiendo a las autoridades del país vecino detalles de cómo y porqué se llevaron al “Mayo” y a uno de los “Chapitos”, señalando que “el fin no justifica los medios”. Y esta semana en la reunión del G-20 en Brasil, en el encuentro que Sheinbaum sostuvo con Biden, “al presidente Biden le planteé que era importante para México tener toda la información relacionada con la reciente captura. Me escuchó, no obtuve una respuesta directa, pero escuchó la propuesta y me dijo que lo iba a revisar”, dijo Claudia ayer en su conferencia matutina.El próximo lunes se cumplen cuatro meses del secuestro, entrega o detención de “El Mayo” y “El Chapito” -25 de julio- y con sentido común se visualiza que desde Washington no va a salir ninguna palabra más o detalles de cómo se realizó la operación. Es obvio señalar que antes del operativo final hubo, no una, sino varios contactos entre las autoridades norteamericanas y los narcotraficantes. Que éstos no fueron sólo a través de mensajes de texto, correo electrónico o llamadas telefónicas, sino que necesariamente tuvo que haber entrevistas personales entre agentes estadounidenses y directamente con uno o ambos capos -cuál haya sido el caso-. Que esto se “cocinó” no “de la noche a la mañana”, sino que llevó un tiempo considerable la negociación o la toma de acuerdos. Y lo más importante, como con quién se negociaba estaba en México, los agentes del país vecino tuvieron que estar operando en suelo mexicano sin la debida autorización del gobierno mexicano. Por esas evidentes circunstancias el gobierno de Estados Unidos no va a dar detalles de las maniobras, procedimientos y ejecución de la operación de secuestro, captura o entrega de los delincuentes.Así que México podrá continuar solicitando detalles del plan sin tener respuesta de Washington, y a Claudia lo único que le queda es seguir suplicando, “¡Please, tell me!” ¿Usted, qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net