A propósito del anuncio que se hizo ayer de la lista de ganadores y ganadoras del Premio Jalisco de Periodismo en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a quienes mandamos desde aquí un afectuosa felicitación, y el inicio hoy de la edición 19 del Encuentro Internacional de Periodistas también dentro de las actividades de la FIL, me parece pertinente referirme hoy al difícil momento que atraviesa el ejercicio de nuestra profesión en México.Mientras esto escribía ayer, colegas reporteros se manifestaban en Chilpancingo y en Acapulco, Guerrero, para exigir que no quedara impune el ataque armado que sufrieron cuatro periodistas en la Colonia Las Palmas de la capital de aquella Entidad: Víctor Mateo Francisco, reportero del Diario de Guerrero; Jesús de la Cruz Nava, de la página digital Reporte Guerrero, y a los periodistas independientes Héctor Camacho López y Óscar Guerrero.La protesta en Chilpancingo terminó a las afueras de la Presidencia municipal, cuya alcaldesa de Morena, Norma Otilia Hernández Martínez, lejos de garantizar el ejercicio periodístico sin riesgos, ha sido factor para enrarecer aún más el clima hostil que padecen los comunicadores como en ninguna otra Entidad, al denunciar a cinco de ellos por presunta violencia política en razón de género, simplemente porque difundieron en sus medios el encuentro que sostuvo hace meses con un cabecilla del crimen organizado en esa zona.Estas agresiones que inhiben la libertad de expresión y el ejercicio libre del periodismo en Guerrero, se repiten en mayor o menor medida en prácticamente todas las Entidades de la República, y se han incrementado preocupantemente en el actual sexenio al sumar ya 55 asesinatos de periodistas.Hace casi un año hubo una escalada en la violencia contra los comunicadores con el atentado en la Ciudad de México que sufrió Ciro Gómez Leyva, uno de los periodistas más influyentes y vistos del país, que borró la idea de que los ataques a colegas se daban sólo en pequeñas ciudades, y lo que nos dejó a todos una sensación de mayor vulnerabilidad ante los poderes institucionales o fácticos que con toda impunidad eliminan voces incómodas que señalan sus tropelías.Insisto que la indiferencia de las comunidades al papel y condiciones de vulnerabilidad de los periodistas no ayuda a detener este acoso asfixiante a una actividad que en muchas regiones del país es el único contrapeso contra malos gobiernos o grupos delincuenciales. Desde el Gobierno, sobre todo en los tiempos de polarización de la 4T, debe venir un cese de los ataques a los periodistas incómodos desde la más poderosa tribuna del país, como es la mañanera del Presidente López Obrador. Ojala que antes de que concluya su sexenio haga por fin caso a sus “buenos amigos”, que desde el inicio de gestión le aconsejaron parar la guerra contra los medios que lo critican. Es momento que toda esa enjundia la descargue, por ejemplo, contra los capos del crimen organizado, que son el gran factor de esta crispación ensordecedora por los ya incontables episodios de violencia que ocurren a diario en el país, y de los que los periodistas no escapan en detrimento del derecho a la información de los mexicanos.De cómo “Hacer periodismo en un país polarizado” hablarán hoy en el Foro Internacional de Periodismo, en la FIL, las y el colega Jorge Zepeda Patterson, Gaby Warkentin y María Scherer, en una mesa que me honrará moderar a las 16:00 horas en el salón México III, del Hotel Barceló Guadalajara. Les esperamos.
