Algo no está funcionando en la percepción social del planeta, se observa claramente un desajuste entre los gobiernos y las comunidades, y bastante turbulencia entre los centros internacionales de poder, como el FMI o el BM, y los gobernantes de los países. Los consultores internacionales y los líderes de la economía buscan imponer normas en las naciones y lo hacen a través de sus gobiernos con el incentivo de seguir accediendo a préstamos de cualquier monto, y en aras de mantener el sistema económico vigente a cualquier costo, incluido el social.Esto lleva a pensar que los presidentes electos por la sociedad tienen otros electores no explícitos, pero con mayor peso y a los cuales deben acatamiento. La actual era de turbulencias capitalinas comenzó en Paris, con los chalecos amarillos, pero se había ya anunciado en Grecia, y le han seguido Lima, Quito, Santiago, y Beirut, en todos los casos la misma violencia y la misma causa, los ajustes económicos. En Hong Kong el motivo fue la demanda por una mayor democracia y en Barcelona la lucha por la independencia, pero la violencia ha sido la misma, centenares de gente destruyendo su propio patrimonio como una forma de desahogar la frustración, pues el mundo prometido no es el mundo real, y la explotación de la sociedad a través de impuestos infundados, vía eliminación de subsidios, por ejemplo, ya no es admisible. Esto provoca que hasta las contribuciones necesarias para el bien común se vean con sospecha.Esa violencia callejera, estrepitosa y destructiva se ha dado también en México, pero a diferencia de otros países no la impulsa la demanda de bienestar económico, la lucha contra la carga impositiva, o el disfrute de una mayor democracia, sino más bien el resentimiento con una estructura política sorda, anquilosada, corrupta y corruptora, siempre arropada en la impunidad. Ayotzinapa y “El 2 de octubre no se olvida” se unen a la defensa de las mujeres violentadas, y acaba siendo casi la ocasión para ir contra todo y contra todos. La frustración social prolongada es siempre un polvorín a fuego lento, al final todo estalla.Es importante advertir que en los otros países enumerados, los gobiernos buscan efectivamente soluciones y muchas veces acaban retractando sus imprudentes disposiciones. En México el gobierno solamente se doblega frente al crimen organizado, en principio porque éste lo supera en inteligencia, estrategia, capacidad de reacción, armamento, disposición de efectivo, y hasta respaldo social en algunas regiones. En nuestra más reciente semana trágica, los hechos de Aguililla, Iguala y Culiacán, mostraron una vez más quiénes son los que mandan en este país. Al margen de los análisis objetivos que sesudos comentaristas han hecho y seguirán haciendo, una cosa es cierta, la percepción que la misma delincuencia hace de dichos acontecimientos no abona de ninguna manera a la superación del problema, sino a su profundización, en términos coloquiales, la cobardía siempre envalentona al agresor. También la ciudadanía hace sus propias percepciones, sobre todo cuando se trata de identificar a quienes realmente tienen el poder, con las consecuencias que cabe esperar.Percepción final ¿y si todo fue una demostración de fuerza para forzar a la negociación?armando.gon@univa.mx