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Pepe Pecas pica papas con un pico

Por: Jonathan Lomelí

Pepe Pecas pica papas con un pico

Pepe Pecas pica papas con un pico

Si reconociste el trabalenguas del título seguro estudiaste la primaria con los libros de texto gratuitos de la SEP de la generación 1988. Pepe Pecas picaba papas en el libro de Español Lecturas de tercero de primaria, página 25, junto a don Francisco que buscaba en el bosque a un vasco bizco y del podador que podaba sólo las parras de su tío Bartolo. 

La SEP tiene en línea el catálogo histórico de los libros de texto gratuitos desde 1960 a la fecha. Visítenlo y busquen su generación: https://libros.conaliteg.gob.mx. Les garantizo un viaje a su infancia. Yo reconocí de inmediato al José María Morelos en la portada del libro de Ciencias Sociales de tercero. El retrato es tan malo, que de estar vivo, el Siervo de la Nación podría demandar a la SEP por difamación. 

Con esos libros nos alfabetizaron; antes ese era el único propósito del sistema educativo. Éramos una sociedad diferente. Yo amaba las lecturas de Español: los cuentos, poemas, canciones, adivinanzas, fábulas y trabalenguas.

Recordé la historia de “La tortuga y la hormiga”. Ambas sostienen un diálogo en invierno. La tortuga se queja de que no tiene qué comer mientras la hormiga se agasaja con un festín de trigo. La primera le pregunta cómo le hizo y la hormiguita contesta que el resto del año trabaja duro. La tortuga acepta que ella, el resto del año, duerme plácidamente. Entonces la hormiga la amonesta: “Pues entonces no te quejes/ de las hambres que padeces,/ ni de tu suerte mezquina:/ porque es ley muy natural, y al hombre también se aplica,/ que al ser que nunca trabaja,/ la penuria lo persiga”. 

Hoy AMLO acusaría a la hormiga de especuladora, neoliberal y títere de Claudio X. González mientras la oposición haría de la tortuga un emblema de la holgazanería para justificar que el pobre es pobre porque quiere, pues oportunidades y trabajo hay para todos.   

También acudí a mi libro de Ciencias Naturales de sexto de primaria para recordar lo que me enseñaron sobre sexualidad en la antesala de mi adolescencia.   

Son 16 páginas con enormes ilustraciones que explican cómo los hombres y las mujeres somos biológicamente distintos (no hay lenguaje incluyente). Primero advierte que habrá cambios en nuestros cuerpos -vello en “diversas partes”, ensanchamiento del tórax  en los hombres y las caderas y los pechos en las mujeres-. Luego muestra el aparato reproductor masculino y femenino, y pasa sin escalas a la concepción.    

Describe la gestación, pero en ningún momento hay alguna alusión explícita al acto sexual. Se va directo a la formación del bebé y el nacimiento. Allí aprendí palabras como cigoto, útero y embrión. 

El colofón muestra a una pareja, padre y madre, que observan a su hijo mientras ella lo amamanta en su regazo. No dice si los padres de la ilustración se divorcian más adelante o si él abandona el hogar o ella decide terminar la relación.  

Pregunté a Mayemi, una maestra de sexto de primaria, qué les enseñó a sus alumnos sobre la sexualidad y la familia el pasado ciclo escolar. Me contó que lo que aprendí está “out”. 

Los alumnos trabajaron un proyecto bajo el nuevo modelo educativo en donde eligieron los temas a investigar a partir de sus inquietudes. Así surgió la familia como tópico. Como tarea, cada niño y niña investigó en qué tipo de familia vivía. 

Hubo un caso en donde los padres están divorciados y cada uno tiene su pareja, pero todos vacacionan y celebran fiestas juntos como si nada. Hay otro en donde el padre tiene dos familias con el consenso de las madres. De hecho, los dos menores, medios hermanos, cursan el mismo grado. 

Mayemi me explicó que al niño se le habla con la verdad y que lo sexual se aborda de manera integral ligado a lo social. El objetivo pedagógico es normalizar el cuerpo, las distintas formas de relacionarse y las preferencias de cada quien. Esto mejora la convivencia social, me dijo Mayemi, porque se eliminan las etiquetas. Esos padres, más que satanizarlos, abundó, asumieron sus decisiones y se hacen responsables de la educación y salud emocional de sus hijos. 

Las sociedades cambian. Los libros de texto también. Voltear al pasado ayuda a estar más conscientes de los nuevos marcos mentales. Esto implica un esfuerzo de todos y todas, gobiernos, magisterio, padres de familia, medios de comunicación. Nosotros elegimos si convertimos el cambio en un desencuentro o en nuevas formas de coincidir. 

jonathan.lomeli@informador.com.mx

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