Creo que nadie, a los 20 años, despierta una mañana y piensa, preocupado: necesito un plan de jubilación para cuando cumpla 65. Pero todos, o la mayoría, al llegar a los 65, se lamentan: si hubiera planeado… si hubiera ahorrado más… si hubiera invertido…Los mexicanos no somos una sociedad previsora si nos comparamos con otras naciones. ¿Será una cuestión cultural, una predisposición histórica al derroche o simple voluptuosidad para “vivir” el presente?Pues algo parecido le ocurrió al Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal). Desde 2009, este organismo con 123 mil trabajadores del Estado afiliados, comenzó a hacer agua. En vez de sanear sus finanzas, planear el futuro y reestructurar su operación, los distintos gobiernos hicieron inversiones negligentes, malgastaron el fondo de los trabajadores y empujaron el organismo a la quiebra.Dirás, lector, ¿y el Ipejal a mí qué? Yo ni burócrata soy. No estaría tan seguro de que no nos incumba.Una eventual quiebra del instituto generaría una crisis social, sobre todo de docentes y policías que verían en riesgo una prestación social básica. También obligaría al Estado a meterle dinero del presupuesto (léase de nuestros impuestos), un dinero que no sobra en las cada día más apretadas finanzas públicas.Los malos manejos en el Ipejal y una planeación deficiente se suman a un factor demográfico. ¿Puedes creer que en 1950 la esperanza de vida de un mexicano era de 50 años? (un dato perturbador: si viviéramos en esa época, me quedaría una década de vida). Hoy, con los avances de la medicina y la tecnología, la esperanza de vida llega a los 76 años en promedio, por eso los sistemas de pensiones están en jaque.Hoy el Ipejal es autosuficiente, pero según los últimos estudios, su quiebra financiera está programada para 2033 si no se hacen ajustes. Nuevo León, por ejemplo, invierte 5.5 mil MDP al año para sostener las prestaciones sociales de los trabajadores jubilados del Estado. Chihuahua gasta 5.6 mil MDP anuales.Por eso el gobierno de Enrique Alfaro prepara, junto con diputados y sindicatos, una reforma al sistema de pensiones. Sólo hay dos alternativas, deslizadas por el propio mandatario en su informe del organismo en agosto pasado: a) aumento de las aportaciones de los trabajadores; y b) modificar el diseño de las prestaciones.Para defender el primer punto, el gobierno usará argumentos comparativos. Mientras en Jalisco un servidor público aporta para su jubilación el 11.5% de su salario, en Nuevo León es del 17.3%, en Sonora del 17.5% y en el Estado de México del 19.6%.Un bloque importante de sindicatos se opone a cualquier aumento y exige que el gobierno destine recursos públicos para operar y sanear al Ipejal. Hoy estos agremiados realizarán una protesta multitudinaria en Guadalajara para dejar clara su postura.Por otra parte, el “rediseño” de las prestaciones, término que ha usado el gobierno, ¿qué significa? Eso debe acordarse en las mesas de trabajo con diputados del Congreso de Jalisco.El punto de partida, si queremos evitar una crisis social, debe considerar que cualquier inversión a futuro implica sacrificios en el presente. ¿Cuánto están dispuestos a ceder gobierno y trabajadores? Por eso en este momento la reforma al sistema de pensiones es una bomba política y de tiempo para Alfaro.
