Si el ex presidente Enrique Peña Nieto pretendía cambiar la percepción negativa en su contra por el evidente pacto de impunidad que estableció con su sucesor Andrés Manuel López Obrador, con las entrevistas que le dio al periodista Mario Maldonado y que publicó en su libro “Confesiones desde el exilio”, el efecto resultó todo lo contrario.Luego del lanzamiento de esta publicación, a Peña Nieto le han llovido todo tipo de críticas y no ha hecho más que despertar y remarcar la complicidad del priista antes, durante y después de la elección del 2018 con López Obrador, que era el amplio favorito en las encuestas preelectorales.Le han recordado a Peña Nieto desde la ayuda que representó para López Obrador en la contienda electoral haber denunciado penalmente al candidato panista Ricardo Anaya, su desaparición casi total de la escena política y pública al día siguiente de la jornada electoral en la que arrasó AMLO, y su exilio en silencio, que rompió hasta ahora sin hacer ninguna crítica al autollamado Gobierno de la cuarta transformación. Entre otras cosas, el hecho de que López Obrador empezó prácticamente a gobernar desde su fase de Presidente electo, le permitió parar las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México que llevaba más de un 35 por ciento de avance y que era una obra emblemática de Peña Nieto.A cambio de esa entrega prematura del poder, el Presidente le entregó en los hechos todo un manto de impunidad, no sólo por la simulación iniciada desde febrero de 2020 que detuvieron en España al ex director de Pemex, Emilio Lozoya, tras meses de estar prófugo de la justicia acusado de delincuencia organizada, cohecho y operaciones con recursos de procedencia ilícita, en el que nunca se llegó al fondo de las investigaciones y nunca se llamó a declarar a Peña Nieto.La única vez que el ex presidente fue señalado por la Fiscalía General de la República (FGR) por presuntas transacciones millonarias ilegales y contratos por más de 10 mil millones de pesos de su Gobierno a empresas familiares, fue como una cortina de humo y control de daños con Estados Unidos, porque ese mismo día un juez federal había concedido al capo Rafael Caro Quintero la suspensión definitiva contra la orden de aprehensión con fines de extradición a EU.De hecho, López Obrador salió presuroso en su defensa al día siguiente en su mañanera al señalar que no se podía hacer un juicio sumario al ex presidente, y que serían los tribunales los que deslindarían responsabilidades.Fuera de ese episodio, el Presidente nunca lo ha criticado desde el púlpito presidencial donde dispara a todos sus adversarios políticos, y a todos los ex presidentes de los sexenios de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, pero nunca a su antecesor.Así, las confesiones desde el exilio de Peña Nieto además de exhibirlo a él, exhibió también como en el Gobierno de la 4T, se sigue deshilachando la principal bandera de Andrés Manuel López Obrador de la lucha y castigo a la corrupción.