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Para terremotos, en México

Por: Jorge O. Navarro

Para terremotos, en México

Para terremotos, en México

¿Es una maldición? ¿Por qué hay terremotos el 19 de septiembre en México? En esta fecha durante los años 1985, 2017 y en este 2022, nuestro país ha sido escenario de un sismo. El de mayor magnitud y que dejó una herida histórica en la memoria nacional, pero sobre todo en la Ciudad de México, es el de 1985.

Más allá de las leyendas urbanas, las supersticiones o interpretaciones mágicas, la Ciencia y los expertos subrayan: no hay explicación para esa coincidencia. Lo cierto es que ningún sismo se puede prever o pronosticar con precisión. No existe tecnología que lo permita y a juzgar por la información reunida hasta ahora, probablemente jamás se podrá obtener.

Sabemos, por ejemplo, de la Falla de San Andrés y que probablemente la Península de Baja California se desprenderá de la masa continental. ¿Cuándo? Imposible saberlo.

Por otra parte, nuestras explicaciones de la realidad, científicas o mágicas, nos generan una serie de puntos ciegos que nos provocan olvidos intencionados. Uno de ellos es que el territorio mexicano es uno de los más propensos a los sismos en el planeta y, literalmente, en México acontecen terremotos todos los días, no sólo el 19 de septiembre. Sencillamente no registramos en nuestra percepción la mayoría de éstos.

El punto al que intenta llegar la columna de hoy, sin embargo, no tiene que ver con lo que geólogos y sismólogos pueden explicar con mayor conocimiento y argumentos. Es, más bien, un intento por hacer ver cómo ante los fenómenos que afectan a la sociedad en general, las autoridades establecidas y las estructuras de poder quedan totalmente rebasadas y sus esfuerzos resultan tan insuficientes que los efectos negativos afectan durante años.

Preparémonos para varios días de anuncios pomposos sobre apoyos millonarios y auxilio a personas que han perdido parte o todo su patrimonio. Seremos testigos de mensajes solemnes sobre solidaridad y aparentes esfuerzos de ayuda; algo muy parecido a lo que ocurrió con las familias de los 10 mineros (¿ya se les puede decir fallecidos?) de El Pinabete, en Coahuila. Al final y después de los discursos, sólo se informó públicamente que a las familias de los desaparecidos se les entregaba un apoyo económico extraordinario y la búsqueda sigue.

Pero de vuelta con el tema del sismo, si bien el de hoy es aparentemente pequeño, el del año 2017 significó muchos perjuicios y pérdida de patrimonios. Se emitieron comunicados de apoyo y donativos, y hasta la fecha muchos de los afectos siguen esperando el beneficio oficial.

Tome nota: aunque supuestamente se han invertido 31 mil millones de pesos en los últimos cinco años, todavía está pendiente la reconstrucción de 25 unidades médicas y más de 70 escuelas en varios estados siguen “en obra” y en al menos otras 40 todavía no inician reparaciones o reconstrucción.

¿Y viviendas particulares? Al menos tres mil que sufrieron daños todavía siguen esperando el auxilio del gobierno de la Ciudad de México o del gobierno federal.

Más dañinos que los sismos, son los discursos oficiales y las promesas de apoyo que sólo quedan en la imagen y la petición de votos. Y eso no es ni mito, ni leyenda urbana. Es totalmente comprobable.

Por lo pronto, solidaridad con los afectados en otro “fatídico” 19 de septiembre.

jonasn80@gmail.com / @JonasJAL

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