Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Para reflexionar

Por: María Belén Sánchez

Para reflexionar

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En días pasados, nada más y nada menos, perdió el equipo de Cruz Azul ante el América, y ciertamente eso ha causado gran revuelo. Y yo me quedé reflexionando: ¿qué hay de extraño? En estos eventos, unos ganan, otros pierden… o mejor dicho: uno gana y el otro pierde, no puede haber dos ganadores.

Y todo en la vida es así. No me explico por qué algunos han reaccionado tan feamente. Especialmente algunos que estaban al margen.

Y seguí reflexionando: es cierto que a nadie le gusta perder, y que todos y cada uno de nosotros quisiéramos ganar en todo y por cualquier motivo y en la forma que sea, y en cualquier medio y ambiente, no solamente en los deportes, sino también en los otros juegos, en competencias, en concursos y hasta en discusiones.

Y hasta llego a preguntarme: ¿no será esta la razón por la cual nuestro mundo anda de cabeza? ¿Será esta la causa de tantos conflictos que nos aquejan?

Hacia cualquier horizonte que miremos, vemos que todo emerge como problema: no sabemos mantener una sana y sabia organización.

Simplemente miremos los conflictos en otros extremos del mundo. ¿Creen ustedes que Rusia esté muy complacida por el giro de los acontecimientos recientes en los cuales no pudo salirse con la suya tan de buenas a primeras como lo deseaba?

Y aquí, mucho más cerca: las noticias nos muestran lo que está sucediendo en Nicaragua: conflictos entre Iglesia y Estado.

Lo cual me hace recordar un juicio en que un gato quería devorar al ratón y éste pedía justicia. Y al final el juez declaraba: Señor ratón: déjese usted que el gato se lo coma… ¿pero, por qué? -decía el ratón-: y el juez afirmaba: porque él es grande y usted es chico, y últimamente, porque yo lo mando…

Es cierto que esta fábula nos habla de algunas sociedades que  quisieran ver en sus filas tan sólo humildes corderitos que no opinan, que no hablan, que no protestan, que a todo se avienen y todo lo aceptan.

Y a decir verdad esto no se da actualmente ni en la vida religiosa, donde por voto nos comprometimos a la obediencia, pero una obediencia libre, razonable y frecuentemente razonada y dialogada, donde ciertamente se plantean prioridades comunitarias, pero no se atropellan las personas.

Si comprendiéramos ciertas cosas desde la óptica de Dios, tendríamos como prioridad el máximo mandamiento que se nos ha dado; el Amor, y en la forma que Jesús nos lo explicó perfeccionándolo, es ciertamente mucho más exigente y comprometedor que el del Antiguo Testamento ya que incluye los diez antiguos pero en forma mucho más vinculante.

Pero, ¿quién se acuerda de ello?,¿quién se compromete a llevarlos a su pleno cumplimiento?

Y no nos hagamos sordos y ciegos: Este sería el auténtico camino hacia la Paz.

Esto bien vivido no se quedaría en la superficie de los sentidos de los antojos, del “me gusta” o “no me gusta” porque recordemos: la vida es una oportunidad que Dios nos da para ganar lo principal, lo que verdaderamente somos: seres superiores dotados de alma y espíritu.

También a la hora de competir es importante tener en cuenta aquel sabio adagio:

“Mi punto de vista no es la norma del universo”.

Así, que si gano o pierdo, todavía tengo oportunidad de ser mucho más y mejor.

Ánimo, elevemos la mirada y el corazón a ámbitos superiores, porque es allí donde podemos encontrarnos con el Creador de todo como un Padre que quiere a todos sus hijos en su grupo y dar a cada uno su abrazo de amor con el corazón.
 

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