Siempre hemos considerado que la más importante herramienta de un Gobierno es el presupuesto, ahí es donde un Presidente plasma y proyecta lo que quiere hacer de país sobre todo en los primeros años de su mandato.Es por ello que resulta interesante leer, a grandes rasgos y en un primer saque, el presupuesto ya aprobado para el primer año de Gobierno de AMLO, más allá de los jaloneos, grillas y reacomodos que se dieron en las sesiones del Congreso.Este presupuesto busca en esencia conseguir el mayor número de recursos posibles para destinarlo al combate de la pobreza y apoyar a los más necesitados por medio de los programas sociales ya conocidos de AMLO.Pero ojo: Peña Nieto proyectaba eso mismo; la diferencia sustancial es la forma en que se busca hacerse de esos recursos. El Gobierno anterior aumentó los ingresos vía incremento de impuestos y esa fue la esencia de su “Reforma Fiscal” que empezó su enemistad con buena parte de los sectores productivos del país porque buscaba transferir recursos del sector productivo al sector social, contraviniendo el principio de que “es mejor enseñar a pescar que regalar peces”.El Gobierno de Peña Nieto consiguió una bolsa interesante, pero lejos de combatir la pobreza la mantuvo porque fue insultante la forma en que la mayoría de ese dinero se fue a nóminas de burócratas o de plano se “perdió” vía una corrupción grosera como la que se presume llevó a cabo Rosario Robles con los programas sociales.La forma en que busca obtener esos recursos López Obrador es haciendo una disminución sustancial en el gasto burocrático del Gobierno federal, desapareciendo organismos y entidades públicas, reduciendo los recursos para proyectos especiales en los estados y municipios, y obligando tácitamente a quienes trabajen en su Gobierno a vivir realmente con austeridad.En teoría no debe haber aumento de impuestos y efectivamente se conseguiría ese dinero. Además, sin gasolinazos la inflación deberá ser moderada.Surgen entonces fundamentalmente dos grandes dudas. La primera es si realmente toda esa aristocracia burocrática que ha acompañado a AMLO en su llegada al poder estará dispuesta a vivir con menos (mucho menos) de como lo hacía la privilegiada aristocracia peñista que gastó como pocas administraciones y engordó las nóminas de la burocracia. Quien acompaña a AMLO tiene pasado fundamentalmente perredista, y es un partido que está reventado precisamente porque permitió que todo funcionario fuera corrupto (poquito, pero corrupto) al grado que hoy la Ciudad de México es el paraíso de las mordidas y comisiones para todo. Es difícil de creer que ya por ser de la legión morenista se volvieron mágica e instantáneamente incorruptos e incorruptibles, sólo por decreto.Y la segunda gran duda es si efectivamente los recursos destinados a gasto social (la ayuda a los más necesitados) llegará a sus destinatarios. El Gobierno anterior demostró que esa fortuna que se destina a combatir la pobreza entra en un enorme hoyo negro de la burocracia; ahí se pierde, se va, y hábilmente termina engrosando los bolsillos de funcionarios de todo nivel.Esa sería, en un primer saque, nuestra lectura del presupuesto que habrá de ejercer el Gobierno de AMLO en unos cuantos días, cuando inicie su gestión. Habrá que ver.