En el cíclico girar del tiempo, acudimos a recurrencias que nos ayudan a renovar la propia vida o a darle sentido desde sus aspectos más íntimos y espirituales.La Semana Santa es un tiempo privilegiado, una oportunidad para hacer “santa la vida”.Es el tiempo en el cual podemos preguntar sinceramente al Señor Jesús, qué significa de verdad esa santidad que actualmente llamamos: “excelencia”.Cada uno puede afirmarlo con verdad y sin miedo, pero también cada uno puede aprovechar la oportunidad que Dios le da o desperdiciarla en frivolidades inútiles.No obstante, la Semana santa sigue allí, para quien quiera vivir como algo extraordinario cualquier día de la vida.Lunes: Vivir cada día de mi vida como el primer día de la Creación o como si fuera el primero y el único de mi vida.Martes: Trabajar decididamente para hacer lo bueno y mejor cada día, como si fuera lo único que tengo que hacer en favor de mi mundo y de la humanidad.Miércoles: analizar el amor que hay en mi ser, y el lastre de egoísmo que me impide vivir al máximo.Jueves: la calidad de mi amor se expresa en compartir y en superar el hambre en todas sus expresiones…La humanidad sufre hambre no sólo de alimento sino sobre todo de paz, de dignidad, de sabiduría, de reconocimiento y de amor.Viernes: el dolor de Jesucristo expresado en las Siete palabras, condensa todo el sufrimiento de la humanidad. Hoy es bueno revisar mi actitud ante el inevitable sufrir de la vida o la abundancia de mis quejas…Sábado: día de silencio. Propicio para meditar, contemplar y hacer propósitos.Vigilia Pascual: Una oportunidad para entrar en ámbitos más inmateriales, donde pueden tener sentido lo simbólico, lo espiritual, lo divino…Domingo de Resurrección: La vida empieza cada día. Lo nuevo es un regalo de Dios y la vida que nos ofrece para la eternidad, es lo más maravilloso que nos puede suceder.Por eso ya no podemos tener miedo a nada, y podemos afirmar como San Pablo: “Si vivimos con Cristo., con Él resucitaremos.” “Si morimos con Él, viviremos con Él eternamente.”
