Con frecuencia se me hace La Pregunta y no sé qué contestar. El país se ha polarizado y no me siento capaz de abrazar por entero ninguno de los dos bandos. Supongo que tampoco es raro, siendo tan criticón como soy y capaz de encontrar pajas en todos los ojos.Por una parte no puedo estar al margen, aunque en apariencia sea minoritario, del alud de ataques de que es víctima el presidente de la República y, en general todo el gobierno federal que tenemos. Debe tomarse en cuenta el sabio principio de que “cuando el río suena, agua trae”, aunque estarán de acuerdo conmigo en que muchas de las críticas se nutren más de calificativos que de sustantivos; es decir, carecen de substancia e incluso se ceban con especial ahínco en pecados idénticos a todos los gobiernos de que tenemos memoria. Es tal el afán de algunos que incluso arremeten contra acciones que aplaudieron antes o que simplemente van en contra de lo que antaño criticamos o bien, a todas luces, resultó nefasto para nuestro país y soslayan además acciones que evidentemente son benéficas. Con frecuencia cuesta trabajo discernir lo que realmente es reprobable. Ante tal avalancha de palabrería insulsa, que más bien acaba remando en contra de lo que se pretende conseguir, hay seis o siete voces (tal vez unas pocas más) que hablan porque tienen algo sensato que decir y reprueban con los pelos de la burra en la mano. Ojalá que los demás callaran en beneficio de ponerles más atención a ellas. Pero son muchísimos quienes hablan en contra porque tienen la consigna mas no porque tengan la capacidad de hacerlo bien. Hay un punto de partida que se está perdiendo de vista: las cosas suceden porque pueden suceder y, si el gobierno mexicano ha llegado a tales condiciones, no podemos dejar de lado que se debe también a una retahíla de años de pillería, incompetencia y, digámoslo claramente, de traiciones a la patria. Es indubitable que se forjó en México durante los años noventa un verdadero neoporfiriato (palabra que vengo usando desde hace mucho) y clamar como hacen los panistas que ellos sí saben gobernar, no puede dar lugar a más de que se les “voltié el chirrión por el palito”, llevándose entre las patas a estos aliados antinaturales del PRD y el PRI que, además de todo, se han traicionado a sí mismos. Si con esos “bueyes tenemos que arar”, no vamos a ir a ningún lado. Son apóstatas acomodaticios que más bien producen náuseas. Cuando leo las columnas de los respetables y sensatos personajes que tengo en mente, no puedo dejar de preguntarme si no somos capaces de forjar una fuerza que repudie ese pasado nefasto de Fox, Calderón y Peña Nieto, y tal vez más, y haga planteamientos ponderados y correctos sobre un futuro libre de tanta mugre antimexicana acumulada en las últimas décadas y aprovechen el verdadero alud de mexicanos que mayoritariamente manifestaron “estar hasta el copete” en las pasadas elecciones y, por lo mismo, si no se entra en acción, son susceptibles de ser encauzados con criterios mesiánicos hacia lodazales muy peligrosos…La mera verdad es que “no me hallo”.