“Ningún mito es más familiar que el de Pandora, pero quizá ninguno ha sido tal mal comprendido”, así empieza uno de los capítulos de la Disertación sobre las telarañas (MCA, 1980) que Hugo Hiriart me dio a publicar hace cuarenta años como si fuera ayer: era el segundo libro de la colección que apenas iniciaba. Tanto él como Alfonso Reyes dominan la escritura, pues los dos pueden escribir sobre lo que sea, por ejemplo, “Sobre el huevo” o “El Apocalipsis y la mosca” o sobre “Los signos caligráficos”, como lo demostró Hugo en ese libro que todavía sigue vigente en las librerías con otros sellos editoriales.Conmigo salió a la luz en diciembre de 1980 y, en los primeros meses del año siguiente, Leyendo en la tortuga de Silvia Molina con todo lo que usted quería saber de ese reptil que existía desde el Triásico. Por eso decidimos presentar los dos libros el mismo día en una de las salas del Helénico. A Hugo se lo ocurrió que estuviera la “mujer tortuga”, como esa que veíamos en las ferias: azorada, metida en una caja de vidrio, asomando su cabeza de mujer con cuerpo de tortuga, castigada de esa manera por haber dicho mentiras: nos quedábamos boquiabiertos. Hugo le preguntó al maestro cuando le dijo que podía asistir, en qué consistía eso de la mujer tortuga. Él le contestó diciendo que “era cuestión de ótica”. Nada pudimos hacer y, por eso, imaginamos otra puesta en escena que resultó ser un happening.Esto viene a cuento porque acabo de leer El arte de perdurar (Almadía, 2010), también de Hugo Hiriart, donde señala que “todo escritor aspira a ser aceptado con entusiasmo y leído con avidez, sobre todo por las generaciones venideras... Alfonso Reyes es un maestro de la cuartilla acerca de nada, o acerca de lo que sea... Él descubrió muy pronto un estilo que le permitía hablar de cualquier cosa, así que comenzó a cabalgar de tema en tema, incansablemente... no se daba cuenta de que mientras más extendía sus cabalgatas, más se desperdigaba”, asegurando que “no es artista quien no ha aprendido a limitarse y a volver sobre lo mismo, ahondando.”Hugo también es “maestro de la cuartilla” como lo podemos confirmar en Disertación sobre la telaraña, donde habla del huevo y propone que “no intentemos una definición del huevo: todos sabemos muy bien qué es y cuáles son sus propósitos, funciones, significados, esplendores y miserias... por eso la pregunta ¿qué es un huevo?, nos puede llevar a hacernos otras preguntas gemelas como, ¿qué es el tiempo, la mansedumbre, la imperfección, el amor o la belleza, el juego, la suspicacia y el reconcomio* o la lujuria y la ojeriza y el amor?” No tarda en plantearse la pregunta que todos nos hacemos: “¿qué fue primero, el huevo o la gallina?” Conforme avanzo en la lectura de El arte de perdurar, contrasto la escritura de los dos y sus semejanzas a pesar de ser escritores de dos generaciones diferentes, pero que destilan erudición y sabiduría, aunque Hugo le agrega, su buen humor, deliciosamente sutil. Pensar que queríamos distraer al público con la “mujer tortuga” para que nos contara sus desgracias y calamidades como las que sufrimos en este mundo por culpa de Pandora y su cajita, tomado de ese mito que Hugo aclara y nos dice que podemos ver a esa niña dotada de todo “con la cajita de desgracias y calamidades en las manitas trémulas y curiosas” que, al abrirla, dejó escapar a todas las calamidades, excepto la esperanza, esa que nunca muere y no defrauda, reservada para el hombre y también, por supuesto, para la mujer. Hemos vuelto a encontrar en estos momentos literarios una manera de entretenernos, al tiempo que cultivamos esas perlas engarzadas sobre el blanco papel, trazadas a pulso por la pluma de Hugo Hiriart.* Reconcomio: sentir un profundo descontento o impaciencia que se mantiene oculto por alguna causa: celos, envidia, temor, etc.malba99@yahoo.com