Entre las frases que se han perdido y que eran muy tapatías, además del “¡¿eeeeh?!”, nuestra ciudad ha cambiado y así, hay colonias en que se habla como en la gran chilangostlán; en otras, se habla como los del norte, pero son discriminatorios porque a los de la costa del Pacífico les chocan los del golfo cercano y se sienten diferente tipo de norteños. Hay colonias más discretas como las de los zacatecanos y, sobre todo antes, había zonas como las de los alteños, que eran muy celosos en cuanto a juntarse con cualquiera. Ya poca gente sabe qué quiere decir cuico y el origen de esa expresión: un versículo del salmo 126, escrito en el Palacio de Gobierno, que dice Nisi Dominus custodierit civitatem frustra vigilat qui custodit cam (“si el Señor no vigila la ciudad, en vano trabajan los que la vigilan”). Solía haber un guardia en la esquina suroeste, donde están las palabras (separadas) qui-cus… y la frase continúa a la vuelta, de modo que al genízaro que se encontraba bajo esta leyenda comenzó a llamársele así, de ahí viene el término y actualmente ni los propios cuicos conocen ese vocablo. Otro dicho muy tapatío que ya ha perdido sentido era para demostrar que uno era muy fregón, decir “yo me subo a los chorros por las canales” y se refería a que cuando llueve, las canales de Palacio de Gobierno avientan unos chorrazos de agua. Los funcionarios gubernamentales no son, en su mayoría, afectos a adoptar las costumbres de la ciudad; antes bien, el actual presidente municipal ultra famoso y popular ha decidido establecer sus propias costumbres, así, trajo unos caballitos y no dio reconocimiento a Juan García Sancho, que fue quien pagó la escultura de El Palomar, a la que la raza ya le puso “el aguacrema”.Una excepción a esa regla fue Eugenio Ruiz Orozco, bajo cuyo régimen se establecieron una serie de pequeñas estatuas con personajes tapatíos y que si no eran tapatíos aquí lucieron como tales, entre ellos, don Ferruco, Polidor, el general Hilachas y nuestro querido amigo Firulais; todavía están en el Ayuntamiento algunas pequeñas estatuas sin que hasta la fecha nadie se las haya carranceado.Y yo creo que el ultra popular alcalde y -si no lo remedia Dante- futuro gobernador, debería hacer un trabajo sobre muchas personas que abonaron a la cultura tapatía. Guardo en un sitio muy especial a Emmanuel Carballo, a don Arturo Rivas Sáinz, a Navarro Hidalgo, a don Salvador Echavarría, a don Leopoldo Font y a otros muchos que levantaron el nivel cultural de nuestra ciudad. Claro, también terminar de reconocer a Alcalde, sin hacer la barbaridad de ponerle a esta noble Guadalajara de Alcalde, porque de hacerlo, luego seguiría Guadalajara de Lorena Ochoa o de “Checo” Pérez o del “Canelo” Álvarez. Dejen Guadalajara como la dejó el muy magnífico señor, que ya con las invasiones comerciales está perdiendo sabor, como el cambio de rosas por mezcales en La Minerva, y que conste que yo amo el tequila embotellado, pero me gustaban las rosas que rodeaban a Palas Atenea.@enrigue_zuloaga