Es una mañana de entre semana, luego de recorrer el Paseo Alcalde, de San Francisco a la calle de Jesús García, nos queda la sensación de que dicho Paseo es ni más ni menos el Infonavit de los indigentes, pues ahí disponen de mobiliario para comer, dormir y vegetar de día y de noche.En el entorno todo les sirve para mingitorio y escusado. No sabemos cómo le hacen para sobrevivir, sólo que son muchos, y que es necesario que un ciudadano pierda un ojo para que la autoridad intente poner orden, un orden que dura poco.Los indigentes constituyen un muestrario diverso cuyo común denominador es no trabajar, algunos lavan coches, otros dicen cuidarlos, la verdad es que siempre consiguen recursos para consumir alcohol o enervantes, gracias a lo cual son frecuentes sus riñas a mano limpia, botellazos o pedradas. Frente a la Plaza de los Laureles una indigente, caso excepcional ya que por lo general los indigentes son hombres ajenos a la paridad de género, grita y ofende a todos los transeúntes con un nutrido repertorio de maldiciones del más rancio abolengo mexicano. Sobre las aceras del flamante Paseo o a las puertas de la Catedral, indigentes enfermos procuran producir lástima exhibiendo sus yagas para obtener limosna, ¿y qué decir del jardín de San Francisco, o las más de mil casas abandonadas en el Centro?Frente a la antigua “Casa de los perros” nuevas leyendas se fraguan a propósito del rebelde socavón que ahí se produce una y otra vez, en tanto, los comerciantes del prolongado “paseo” se hacen cruces en espera de los cien mil compradores diarios que se les habían prometido una vez funcionara dicho Paseo. Y es posible que algún día lleguen, pero para ello se requerirá una mayor tolerancia al tráfico de automóviles, y que la Línea 3 comience a operar.Y, si sin operar, los edificios más valiosos de nuestro patrimonio han sufrido daños graves, ¿qué será cuando el subsuelo empiece a vibrar por el paso del tren subterráneo?A punto de cumplir su 478 aniversario, Guadalajara se ve en dos espejos, el de los videos promocionales que se proyectan a través de los medios de comunicación, y el de la realidad que todos conocemos y vivimos todos los días. El primer espejo es positivo y alentador, nos hace apreciar todo lo hermoso que conserva la ciudad, lo mismo sus antiguas joyas que las contemporáneas, tiene mérito desde luego, aunque sean visiones aéreas. El segundo espejo sigue siendo apabullante y ensombrecedor, exige poner los pies en la tierra.Es un hecho que la Guadalajara contemporánea es el fruto de nuestras acciones y sobre todo de nuestras omisiones, pero la administración pública sigue dejando mucho que desear en asuntos que van de lo grave a lo sencillo, así: inseguridad, delincuencia, impunidad, corrupción, enviciamiento social, irresponsabilidad civil, depravación de las costumbres, clasismo social, fragmentación de la ciudad en infinitos cotos de todo tipo, ausencia de participación democrática, movilidad embotellada, camioneros incorregibles, abandono urbano, contaminación, indiferencia colectiva, de cada punto se podría escribir una columna, sin embargo lo más importante sería hacer de cada tema un compromiso ciudadano.armando.gon@univa.mx