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Otro “Villanueva moment”

Otro “Villanueva moment”
Desde sus tiempos de líder estudiantil, cuando conquistó (sin ser el favorito del sanedrín universitario, del que hoy forma parte) la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) hace 25 años, Ricardo Villanueva Lomelí ha permanecido en la escena pública, en la que ha tenido episodios estelares, antes y después de su mayor descalabro político al perder en 2015, como candidato priista, la alcaldía de Guadalajara.
A esos momentos estelares los he llamado los “Villanueva moments” desde que, luego de años en la vida académica y política de la Universidad de Guadalajara, se convirtió, como secretario de Planeación, en uno de los miembros del gabinete más influyentes en el Gobierno del finado gobernador Jorge Aristóteles Sandoval, en marzo del 2013. Desde ahí construyó su candidatura para competir por la alcaldía tapatía. Como todo el PRI, Villanueva fue arrollado por el naciente movimiento naranja en Jalisco, al perder contra Enrique Alfaro.
Las primeras muestras de su estatura política las dio justo al saber procesar esa primera gran derrota desde una corta estancia como regidor en el Ayuntamiento de Guadalajara, y su regreso al ámbito universitario, en el que se reposicionó y alcanzó la primera rectoría del naciente Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá).
Desde ahí fue afianzando su liderazgo en la universidad pública de Jalisco, hasta convertirse en uno los perfiles emergentes que más cobijó el ex rector Raúl Padilla López, quien lideró hasta su muerte al Grupo UdeG, que ha mantenido el control político de esa casa de estudios por ya casi cuatro décadas.
Como el gran elector que siempre fue, “El Licenciado” influyó decisivamente para que Villanueva se convirtiera en el rector general que representaría el cambio generacional. Ya no más rectores que habían pasado por la tristemente célebre Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), sino uno que viniera de la FEU, organización estudiantil que él creo para desplazar aquella organización estudiantil que dirigió en los tiempos del franco pistolerismo.
Villanueva supo capitalizar con creces su llegada y periodo en la rectoría general de la UdeG, que, de entrada, difícilmente otro hubiera concluido luego de las ofertas que le hizo el año pasado la entonces candidata presidencial puntera, Claudia Sheinbaum, de ser el candidato morenista a la alcaldía de Guadalajara. Le supo decir no, pero tomó el riesgo de siempre estar de su lado.
La resolución de ese dilema, junto con el de permanecer hasta el fin de su periodo el último día de marzo, pese a que desde el pasado 1 de noviembre ya lo querían en la subsecretaría de Educación Superior, habla de su madurez y tino político para dar prioridad, de principio a fin a la sucesión rectoral.
Sin duda, esa consistencia política la forjó al encabezar un rectorado lleno de sobresaltos e incertidumbres. El manejo de la pandemia, el encono con el gobierno alfarista que resolvió hasta lograr el primer presupuesto constitucional para la UdeG, y convertirse en el primer rector cuya sucesión no operaría más “El Licenciado” sino él mismo en su calidad de rector general, manteniendo la cohesión del grupo UdeG.
Estamos, pues, en otro “Villanueva moment”.
jbarrera4r@gmail.com
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