Si como han anticipado los expertos, Ómicron no es una “simple gripita”, las medidas sanitarias de los gobiernos deberían ser menos relajadas de lo que son en la actualidad, promover más intensamente las campañas de vacunación y llamar a cumplir las medidas de prevención Los contagios de COVID-19 por la variante Ómicron están imparables. Cada día se rompen récords de contagios en casi todo el mundo. El miércoles 12 de junio se registraron más de 3.6 millones de contagios en el planeta, cifra histórica; la línea roja de contagios que registra el tracking cotidiano del diario New York Times (https://nyti.ms/33vVLXr) está en una línea recta hacia arriba, lo que indica que el pico tardará varias semanas en llegar y que los contagios se contarán por decenas de millones. Al arrancar el tercer año de la pandemia de coronavirus provocado por el SARS-CoV-2 se han registrado 320 millones de contagios en todo el mundo. Al ritmo actual de contagios, en un mes más podríamos tener una cantidad semejante. Autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que más de la mitad de la población de Europa podría infectarse con la variante Ómicron en seis u ocho semanas. Especialistas, como el doctor Alejandro Macías, reconocieron que “nunca una enfermedad infecciosa se había transmitido con tanta velocidad” y estimaron que “a este paso en México, la mitad de la población se infectará en las siguientes semanas”. Esto implica hasta 60 millones de contagios, cuando hasta ahora se han reportado cuatro millones 257 mil casos. Son cifras de escándalo que deberían preocuparnos, porque aunque se cree que los contagios por Ómicron son menos graves que los de otras variantes, estas tendencias podrían anticipar un colapso del sistema de salud público y privado de México y de varios países del mundo.Ante este pésimo escenario que se avecina, la mayoría de las autoridades y seguramente en la mayor parte de chats familiares y de amigos se lanza el consuelo de que Ómicron es menos grave que las variantes anteriores y ha ido creciendo la idea de que este contagio es como una gripe habitual.Así lo ha hecho creer el mismo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien irresponsablemente mostró un video en una reunión de trabajo con dos de sus secretarios del gabinete cuando él mismo está contagiado de COVID-19. Aquí en Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez prácticamente no anunció cambios a la estrategia sanitaria, a excepción de solicitar certificado de vacunación o prueba de no contagio para ingresar a ciertos lugares. Pero lamentablemente Ómicron no es una “simple gripita”, según la creencia generalizada. Un estudio hecho entre cinco mil personas contagiadas revela que “en igualdad de condiciones, el riesgo de hospitalización o muerte con la nueva versión del coronavirus solo es un 25 por ciento inferior al de la Delta, la variante que era dominante hasta la llegada de Ómicron”. Conclusiones semejantes se encontraron en otro estudio en Gran Bretaña realizado por especialistas del Imperial College de Londres. “Estos datos apuntan a que no es el coronavirus el que ha cambiado radicalmente, sino la humanidad, gracias a las vacunas y a las defensas por infecciones previas” (El País, 14 enero 2022).La diferencia, en realidad, la están haciendo las vacunas y la inmunidad adquirida por contagios previos. Expertos en España y en Estados Unidos han llamado al actual etapa de expansión de COVID-19 como la pandemia de los no vacunados.Solo en la semana pasada hubo 15 millones de nuevos casos confirmados y más de 43 mil muertes, informó la OMS. “Ómicron no es leve. Ómicron no es la gripe ni el resfriado común. El virus SARS-CoV-2 todavía no es endémico. No es el momento de rendirse”, dijo Maria van Kerkhove, jefa técnica de la Organización Mundial de la Salud.En efecto, hay evidencia suficiente que confirma que contar con una vacuna o con el cuadro completo, del laboratorio que sea, genera protección contra hospitalizaciones graves y en consecuencia menos defunciones. Y lo contrario: las personas no vacunadas tienen más riesgos de contraer el virus, enfermarse, con cuadros más graves y más expuestos a fallecimientos. Si como han anticipado los expertos de Sudáfrica y Gran Bretaña, Ómicron no es una “simple gripita”, las medidas sanitarias de los gobiernos deberían ser menos relajadas de lo que son en la actualidad, promover más intensamente las campañas de vacunación y llamar a cumplir las medidas de prevención básicas entre toda la población. Ojalá no tengamos que lamentarlo en unas semanas. rubenmartinmartin@gmail.com