El 16 de febrero de 2020 el presidente López Obrador ante miembros de la Guardia Nacional -en el cuartel de Tepatitlán, Jalisco- dijo que los criminales pueden ser familiares, hermanos, primos “que se fueron por el camino equivocado, de las conductas sociales”, por lo que “Tenemos que ser respetuosos de los derechos humanos. Los delincuentes son seres humanos que merecen nuestro respeto”.Aquella declaración le valió una desaprobación de diferentes sectores de la población que no está de acuerdo con la política de los “abrazos, no balazos” y fue cuando surgieron con mayor frecuencia las interpretaciones de que el presidente tenía un pacto con el crimen organizado, y que en lugar de combatirlo, lo protegía.Poco más de dos años después -el 13 de mayo de este año-, el jefe de la oficina principal de Palacio Nacional afirmó que aquella postura no había sido “un desliz”, que no se retractaba, simplemente y sencillamente, porque su administración tiene la obligación de preservar la vida de todos los mexicanos, “incluso si son presuntos infractores de la ley. ¿Cómo vamos a querer que alguien pierda la vida?, ¿cómo vamos a estar en el fondo a favor de la Ley del Talión, del que a hierro mata a hierro muerte, y el ojo por ojo?”.El martes pasado -durante su mañanera-, al hacer referencia al llamado que hizo la iglesia católica para construir la paz, López Obrador volvió al tema de los delincuentes -y abriendo nuevamente su buen corazón- para que se le incluya en la convocatoria pacificadora. “¿Se debe incluir al narcotráfico?”, se le preguntó, y fue tajante al responder “Sí, estoy de acuerdo también, porque son seres humanos”.La Jornada de Oración por la Paz, promovida por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a la que agregaron inmediatamente la Arquidiócesis de México y el Arzobispado de Guadalajara -entre otras- contempla cuatro acciones religiosas -tres de ellas de oración básicamente-, y en la última considera llevar a cabo concentraciones religiosas o procesiones por la paz, que seguramente veremos en muchas poblaciones del país.Esta propuesta ha sido bien acogida por las autoridades, pero César Yáñez, nuevo subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, fue tajante al señalar que están de acuerdo en establecer puentes para una mejor comunicación entre gobierno/iglesia, sobre todo después de las diferencias que surgieron por la violencia en el país y el asesinato de los dos jesuitas en Chihuahua, dejando claro que la administracion federal no comparte la propuesta de la iglesia ante la posibilidad de entablar un dialogo con el crimen organizado. En resumidas cuentas, el gobierno no combate a la delincuencia organizada, quiere que se les trate como seres humanos y rechaza el diálogo.Y ojo, habrá que estar muy al pendiente de las concentraciones religiosas o procesiones de paz, eventos que seguramente concentran a muchas personas, pero que pudiera ser aprovechadas por aquellos agitadores ‘profesionales’ que pudieran sacar partido de las diferencias entre iglesia y gobierno, máxime cuando el tema es violencia y está relacionado contra el crimen organizado. ¿Usted, qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net