Terminan unos diputados y entran otros. Bueno, la novedad es que por primera vez algunos repetirán. Los que se van llegaron hace tres años con la promesa, la añoranza, de convertirse en una legislatura modelo, diferente de todas la anteriores que tan mala fama tuvieron. No lo lograron, entre otras cosas porque iniciaron con un discurso de diferenciación y terminaron haciendo exactamente lo mismo: negociando los nombramientos en lógica de cuotas y cuates, engordando la nómina y limpiando cuentas públicas: ¿qué más se puede pedir?La nueva llega con los mismos bríos de renovación, hoy la palabra es refundación, pero sin el proyecto concreto para lograrlo. La posibilidad de que, dentro de tres años, cuando hagamos la evaluación de la nueva legislatura sea exactamente la misma es altísima, salvo que la famosa refundación pase por los temas torales del Congreso y no por darle una encaladita a la fachada y una limpieza de baños y oficinas, eso sí, con mucho desinfectante y “como no se había hecho nunca antes en la historia”.Refundar el Congreso de Jalisco pasa básicamente por cambiar su forma de operación, por regresarle no solo su poder de contrapeso y vigilante de las acciones del poder Ejecutivo, sino que las discusiones que ahí se den sean sobre los temas torales del Estado. Una buena parte de la discusión interna y la vigilancia externa a los diputados tiene que ver con los recursos y el ejercicio de los recursos que ellos mismos ejercen. Mientras la dinámica sea hablar de la administración del Congreso y no que el Congreso hable de la administración pública, el resultado será el mismo.El otro gran eje de transformación tiene que ver con los nombramientos que son facultad de este poder. La actual Legislatura tuvo entre sus aciertos la creación del Sistema Anticorrupción, aunque, como suele suceder, ellos mismos se encargaron de ponerle los obstáculos en las leyes para asegurarse que “los ciudadanos no se metan en lo que sí les importa” (por citar una definición clásica de lo que es la política). Si la Legislatura entrante quiere refundar el Estado y el Congreso tendrá entre otras cosas que aprender a decirle que no al gobernador, pero sobretodo a dejar de verlo como el líder de la bancada mayoritaria.El tercer elemento para una refundación que sirva pasa por dejar de pensar que el trabajo de los diputados es proponer nuevas leyes. Su trabajo es, en todo caso, mejorar el marco legal y eso pasa hoy más por la derogación, homologación y armonización del sistema de leyes, un trabajo ciertamente más aburrido, menos lucidor y sobretodo más técnico, que requiere inteligencia, prudencia y visión de futuro.Ahí está desde hoy el beneficio de la duda, pero si me apuran creo que dentro de tres años podré repetir esta columna y será totalmente vigente. Prometo no hacerlo.(diego.petersen@informador.com.mx)