Cuando a Enrique Alfaro le preguntaron por qué María Elena Limón no se sumó al pacto para crear la Policía Metropolitana, su respuesta fue tajante: “lo desconozco”. Más adelante cedió ante la insistencia: “Detrás puede haber otros factores, ahí lo dejo”.¿Qué deja ahí? Entre algunos enterados del asunto, se manejan al menos dos suposiciones: está amenazada por el crimen organizado o hay detrás algún acuerdo inconfesable.“Argumenta cosas que no tienen sentido”, alegó una fuente de fiar que ha vivido de cerca la rebatinga. Según eso, su comisario de seguridad “se le atravesó” con insistencia para que no se sume al modelo. En Tlaquepaque, recordemos, opera el cártel Nueva Plaza, una escisión sangrienta del Nueva Generación, con el cual está en pugna.Nosotros, como Alfaro, también ahí se las dejamos (sin albur).**Todavía la primera y segunda marcha contra el alza al transporte, el viernes y sábado, conservaron cierto halo de legítima demanda ciudadana.Incluso pese al grupo de choque el primer día porque, si apelamos al sentido común, pudo ser enviado por algún organismo político para provocar (no sería la primera vez). La respuesta desproporcionada del Gobierno de Jalisco, garrote empuñado, corroboró que la autoridad mordió el anzuelo.La etiqueta #AlfaroRepresor fue trending topic nacional todo el sábado. Parecía un golpe mortal, pero no.En la tercera protesta convocada ayer frente a Casa Jalisco, y que creímos iba redondear la expresión del descontento, se aparecieron los morenos. Con esto, politizaron una demanda que pudo pasar por auténticamente ciudadana. Ahí anduvieron, sin disimular y con chalecos de Morena, regidores y actores del partido en Jalisco.Una de las asistentes fue Claudia Delgadillo. Expresó su descontento portando una playera Fendi que en una googleada cuesta, ahí nomás, 10 mil pesos. Una torpeza imperdonable. ¿Quién puede creerles así?Con esto, los morenistas le dieron el pretexto perfecto al gobernador para argumentar que detrás de esas marchas sólo están sus rivales políticos. Ya verán.