La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia es el cambio político más importante en la vida democrática de México. Significa la llegada de la izquierda al poder y con ello una refrescante propuesta por la igualdad en medio de las tensiones provocadas por la normalización de la violencia y el arraigo de los privilegios históricos.La expectativa que ha despertado respecto a las acciones que emprenderá en la economía, las relaciones internacionales y la política doméstica se despeja a partir de hoy. Quizá el mayor desafío está en el control de la seguridad interior y el cambio más significativo en las acciones encaminadas a mitigar la desigualdad. En política exterior se abre la posibilidad de construir una nueva relación con los Estados Unidos a partir de la transformación de la visión tradicional que ha imperado en los últimos decenios. El enorme respaldo popular ganado en las urnas se traduce en una esperanza en muchos sectores tradicionalmente marginados de los beneficios económicos que el desarrollo económico ha alcanzado. Ahí está la fuerza fundamental que impulsa la transformación que se plantea.La visión de las nuevas autoridades enfocada a reducir los efectos de la desigualdad implicará cambios en la forma de asumir la realidad económica para algunos de los sectores más ligados a la administración pública federal y las empresas del Estado.Más allá de los impactos políticos de la narrativa del discurso de toma de posesión, es importante destacar que la transformación planteada implica factores estructurales de la economía y de la gestión del poder público. La transformación dentro del respeto a la ley es un elemento que debe llamar al optimismo responsable. Los observadores especializados del exterior han expresado su expectativa por una agenda que respete los principios de la economía global y actúe para generar mecanismos de bienestar social. Hace muchos años que en nuestro país no se tocaban las estructuras de poder tan estratégicas como las fuerzas armadas o se planteaba una nueva estrategia en las relaciones exteriores. La forma de asumir la realidad electoral también supone un cambio inédito desde la consolidación democrática.El triunfo de la izquierda es pues el inicio de una etapa en la que se perfila un relevo en la llamada clase política tradicional. Una ola de refresco que combina la esperanza ante los desafíos. Recuerda de alguna forma aquella llegada de la izquierda en España cuando el PSOE ganaba las elecciones con Felipe González y se planteaba una agenda reivindicatoria para los trabajadores. Esperemos que tal y como sucedió allá, la renovación suponga una era de cambios que potencien la capacidad económica, social y política de México en función de acciones que vinculándonos sólidamente hacia el exterior se fortalezcan nuestras instituciones, economía y fuerza cultural.La polarización política es un camino equivocado, como se dijo, es momento de mantener el interés superior del país en el lugar que le corresponde porque el éxito de la gestión pública que inicia hoy significa ahora mismo el éxito de México.