La brecha entre el decir y el actuar caracteriza a nuestra clase política. Por eso me pregunto, ¿se puede ser un buen gobernante, tomar decisiones sabias, valientes y justas -como dijo Platón- pero sin predicar con el ejemplo? La polémica por los nuevos libros de texto gratuitos de la SEP ilustra esta dolencia moral en políticos como Enrique Alfaro y Andrés Manuel López Obrador. El mandatario estatal anunció ayer que Jalisco no distribuirá los cerca de 11 millones de libros de educación básica mientras exista un juicio de por medio. Si el conflicto legal no se resuelve antes del 28 de agosto que inician las clases, la Secretaría de Educación Jalisco enfrentará el ciclo escolar sólo con los materiales lectivos de la plataforma en línea Recrea Jalisco. Habría que escuchar a los maestros sobre la eficiencia de esta herramienta, pero la usaron en la crisis sanitaria. Son saldos positivos del modelo educativo virtual al que obligó la pandemia. En eso el Gobierno estatal hizo un trabajo sobresaliente aunque no creo que estemos preparados para prescindir de los libros de texto; la brecha digital aún es amplia. En todo caso, pronostico que al final los libros llegarán a las aulas en todo el país. Es cuestión de tiempo. De hecho, el gobernador elogió el modelo de la Nueva Escuela Mexicana del Gobierno federal en el que Jalisco participó con propuestas; Recrea Jalisco surgió de ese nuevo paradigma. Creo que, al menos en el nivel teórico, hicieron un buen trabajo. Sin embargo, Enrique Alfaro y Andrés Manuel reprobarían ante su propio modelo. Me explico. El gobernador salió ayer a criticar a los que “juegan a la política con la educación y el futuro de los niños y niñas”, pero politizó el tema todo el tiempo al buscar el contraste y el lucimiento personal frente a las “torpezas” del Gobierno federal. También criticó el debate polarizante sobre los libros de texto y rechazó sumarse a esa lógica, pero toda su exposición repitió y desacreditó con ejemplos estos materiales. Como parte de este embate aseguró que en Jalisco quiere docentes críticos, autónomos y que aquí se fomenta la tolerancia, el pensamiento crítico y la libertad de conciencia. Minutos más tarde, con arrogancia y desprecio, menospreció a una reportera que le hizo una pregunta: “Lo voy a repetir porque no sé qué se necesita para que esté más claro”, la regañó. Por otra parte, sabemos la incapacidad del gobernador para enfrentar la crítica, tolerar el disenso y respetar la autonomía de otros poderes. En ese mismo tenor podemos hablar de AMLO. La Nueva Escuela Mexicana plantea un enfoque humanista en donde se enseña al alumno a ser autocrítico, a relacionarse de manera pacífica con los demás en un marco de respeto a las diferencias. Plantea el diálogo como la base para la convivencia y la solución de problemas comunes. Entre sus principios rectores destaca la honestidad, el respeto a la dignidad humana, la cultura de paz y la responsabilidad ciudadana. Lo que hace AMLO cada mañana, desacreditar a sus opositores, invalidar cualquier crítica, apartar con intolerancia cualquier punto de vista alejado del suyo y personalizar desde el poder sus revanchas y facturas del pasado, todo eso se desaconseja en la Nueva Escuela Mexicana a nuestros niños y niñas. Por eso me pregunto, ¿se puede ser un buen gobernante, tomar decisiones sabias, valientes y justas -como dijo Platón- pero sin predicar con el ejemplo?